Es uno de los oratorios huertanos más desconocidos de Castelló, «pero no por ello menos importante», como señala la concejala delegada de Ermitas de la capital de la Plana, Pili Escuder. La de Sant Isidre va a ponerse guapa gracias a unos trabajos de acondicionamiento y remodelación de sus diferentes espacios.

«La ermita está en buen estado de conservación, aunque son necesarias unas obras para su puesta en valor», señala Escuder.

Así, «se eliminarán elementos impropios para un lugar de estas características, como la desaparición de almacenes, se pintará todo el templo y se vallará de nuevo», cuenta la edila. De esta forma, tras la intervención, este lugar sacro del Caminàs estará preparado para ser escenario de un ciclo de conciertos, organizados por la concejalía, que recorrerá los ermitorios de titularidad municipal.

El origen de este templo, bajo la advocación de Sant Isidre y Sant Pere, se sitúa en 1628, a raíz de una donación realizada por un agricultor, Antonio Castell, de los terrenos donde se asienta la ermita a la Cofradía de Labradores, con la intención de que en ellos se elevara un oratorio.

Donación de una doncella

Esta donación se vio enriquecida por otras aportaciones como la realizada en su día por la doncella Úrsula Mas. En consecuencia, comenzaron las obras de la primera capilla el 10 de junio de 1630 (aunque algunos autores hablan de 1631), y finalizaron en 1644. A lo largo de la historia ha sufrido diversas intervenciones, muchas relacionadas con su uso. Cuenta su historia que, tras convertirse en hospital durante la epidemia de 1885, en 1892 se rehabilitó para uso religioso.

Por otra parte, Escuder anuncia para el tercer trimestre del año visitas guiadas a la basílica de la Mare de Déu de Lledó. H