Castelló está separada de Nueva Zelanda por casi 20.000 kilómetros. Esta es la distancia que debe recorrer periódicamente Belén Jarabo para trasladarse desde su ciudad de origen hasta su país de adopción. “Salimos siempre de Madrid y Barcelona, y como no hay vuelo directo en ocasiones tenemos que hacer varias escalas. La última vez, como vamos con niños, hicimos solo una en Singapur. El primer vuelo fueron 12 horas y el segundo, hasta Christchurch, donde vivimos, 15 horas más. Teniendo en cuenta el tiempo de la escala salimos el día 3 y llegamos el 6”, lamenta la castellonense de 35 años, que lleva desde diciembre del 2012 residiendo en el país de los ‘kiwis’: “Así se llaman ellos”.

Los motivos por los que Belén cambió la capital de la Plana por este país tan lejano son personales y laborales: “Vine por amor y porque en Castelló estaba difícil encontrar trabajo. Conocí al que ahora es mi marido en Alemania y él no sabía hablar español. Yo era au pair en una familia en la que él ya había sido au pair. Nos conocimos, nos enamoramos y vinimos a Nueva Zelanda porque él es de aquí”, recuerda.

“Teníamos pensado que fuera algo temporal y ahora ya no sabemos qué hacer, si seguir aquí o volver a Europa”, añade. En un principio, la joven comenzó a trabajar en una empresa de alquiler de caravanas, pero en la actualidad está buscando un empleo que pueda compaginar con el cuidado de sus hijos de 3 y 5 años.

-¿Te fue fácil la adaptación al país?

-Como vine con pareja fue relativamente sencillo porque me integré en su círculo de amigos, aunque me costó conocer a otros neozelandeses. Además hay bastante trabajo, aunque a nivel básico, lo difícil es ascender porque enseguida miran tu acento y notan que no eres de aquí. A la hora de dar mejores trabajos, si no eres de Nueva Zelanda lo tienes más complicado.

-¿Qué es lo que más te ha llamado la atención desde que fuiste?

-Lo bonito que es. Cuando vas conduciendo te vas encontrando con lagos y paisajes que crees que son lo más bonito que has visto nunca, pero en la siguiente curva te encuentras con otro aún más espectacular. Las ciudades son muy feas, pero la naturaleza es impresionante. Mi padre estuvo el año pasado de visita y alucinó con los pájaros. Hay muchos y son muy raros.

-¿Qué es lo que más echas de menos?

-A mi familia y amigos. El poder ir de tapas con ellos y la vida en la ciudad.

-¿Cuáles son las principales diferencias entre Nueva Zelanda y Castellón?

-El concepto de familia. En Castelló, que es medio ciudad, medio pueblo, todos nos conocemos y nos apoyamos. Aquí si tienes un problema estás solo. Pero no porque yo no sea de aquí, cuando he estado mala mi marido ha tenido que hacerlo todo porque la gente es más independiente. Te quieren mucho, pero familia familia solo es la que está bajo mismo techo. Me fue difícil aceptarlo, pero ahora ya sé que no me tengo que amargar por eso.

-¿A nivel gastronómico, en qué se diferencia su cocina de la nuestra?

-La comida más típica de Nueva Zelanda es la de los maorís, y en concreto el hangi, que se prepara con kumara, una especie de boniato blanco con piel morada, y carne, cocinado en un horno en el suelo. Los turistas lo suelen probar, pero sale por un ojo de la cara, porque con el show maorí te puede costar unos 150 ó 200 dólares (unos 100 euros). Después, la gastronomía es similar a la británica, con fish and chips, sándwiches… Comen ligero y cenan fuerte entre las seis y las siete de la tarde.

-¿Es mucho más elevado el nivel de vida de Nueva Zelanda que el de Castellón? ¿Puedes poner algunos ejemplos?

-En general es todo más caro. Un litro de aceite de oliva ecológico te puedes costar 50 dólares. Hay comida barata, por ejemplo miel normal te puede costar 5 dólares, pero si quieres una decente ya te vas a los 30. Los sueldos son más caros, pero aquí te pagan por horas y el salario mínimo es de 18 dólares la hora. El alquiler se paga por semanas y una casa te puede salir por unos 600 dólares a la semana (unos 350 euros).

-¿Recomendaríais vivir en Nueva Zelanda?

-Sí recomendaría vivir aquí si te gusta la naturaleza porque es todo muy verde. Además hay seguridad, la educación es buena… Pero si te gusta la ciudad, entonces, no.

-¿Y visitarlo? ¿Con cuántos días sería suficiente para disfrutar el país?

-Teniendo en cuenta los días que pierdes en traslados, lo ideal sería casi un mes. Las distancias engañan mucho y además las carreteras no son muy buenas. Además lo normal es ir parando y disfrutando de las vistas, para ir con modo japonés, es decir, bajar del coche, echar la foto y volver a subir, no haría falta tanto tiempo, pero para hacer eso no vale la pena venir. También hay que tener en cuenta que llueve mucho, así que si vienes por ejemplo 12 días te puedes encontrar con que todos los días te llueva y no lo disfrutas igual.

-¿Qué época del año es mejor para ir a Nueva Zelanda?

-A mí me gusta mucho la primavera, que aquí es en octubre y noviembre, porque no hay mucho turismo y los precios son mejores. En temporada alta, donde trabajaba una caravana de gama alta costaba 400 dólares al día (230 euros).

-¿Qué diríais que es imprescindible para visitar en el país?

-Me quedo con la parte norte de la Isla Sur. Como turista creo que hay que hacer alguna caminata por el Parque Nacional Abel Tasman o ver Nelson. El centro de Nueva Zelanda también es muy recomendable para los amantes de la montaña. Después la Isla Norte es obligada para los amantes del ‘Señor de los Anillos’.

-¿Te has arrepentido en algún momento de viajar?

-De viajar nunca me arrepiento, pero sí es cierto que a veces tengo ganas de volver a Europa. Lo echo de menos.

-¿Tienes pensado volver a Castellón o piensas instalarte allí?

-No digo Castellón porque le resulta muy caluroso a mi marido sobre todo en verano; me conformaría con Alemania, que es donde nos conocimos. Tenemos algunas ideas para volver, pero también hay que tener en cuenta la situación de la familia de mi marido. Mi suegro está solo y ese es un factor importante para seguir en Nueva Zelanda.

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