Si la anterior legislatura se caracterizó por los destacados recortes salariales en alcaldes y concejales de los ayuntamientos castellonenses, esta parece que se va a recordar como la de las subidas. Tras un periodo de austeridad, los munícipes han considerando que tienen que estar mejor pagados, y así lo están ejecutando. No obstante, no todos los primeros ediles cuentan con la posibilidad de incrementar la nómina, entre otras cosas, porque no tienen. Son los alcaldes de los pueblos más pequeños de la provincia --que no son pocos--, pues ostentar la vara de mando les cuesta dinero. Un ejemplo de ello es Lucía Martí, alcaldesa de Palanques por el Partido Popular, quien define muy bien cuál es su situación, y también la de muchos otros de sus compañeros. «En nuestro caso, ser alcaldes es como un voluntariado», puntualiza.

Escaso presupuesto

Y razón no le falta. Martí explica que, con el presupuesto con el que cuentan --90.000 euros-- casi no tienen ni para contratar a un alguacil. Esta circunstancia hace que sea la propia alcaldesa quien atienda, personalmente, las incidencias. «Si el vigilante de la piscina se ha tenido que ausentar, he ido yo a vigilarla; si hay algún desperfecto en el consistorio, voy a buscar a algún vecino para que lo arregle; o si a alguien se le rompe la cerradura, hago las gestiones pertinentes para que le puedan abrir la puerta», comenta Martí. La alcaldesa tiene 46 años y está en paro. Asegura que estar en la alcaldía no es una cuestión monetaria, pero sí reivindica un sueldo proporcional al tamaño del pueblo. Esta será su tercera legislatura, algo que empieza a pesar, pero que asume con la responsabilidad de no dejar a Palanques sin Ayuntamiento. «Durante el periodo de candidaturas no había ningún voluntario como alcaldable, así que me volví a presentar. En mi caso es una cuestión de servicio público, pero algún día tiene que llegar el relevo», comenta. Y ya no es solo la cuestión de no tener un sueldo. Se trata de que, en no pocas ocasiones, los alcaldes tienen que desembolsar dinero de su bolsillo para atender las necesidades de sus vecinos, lo que se traduce como el verdadero ejemplo de servicio público.