Las discusiones son habituales entre amigos o en familia. ¿Trabajador por cuenta propia o por cuenta ajena? ¿Quién vive mejor? Por lo general, uno suele ver los inconvenientes de lo suyo y las ventajas de los demás. El castellonense Miguel Ángel Serer conoce bien ambas cosas. No en vano, fue trabajador durante décadas hasta que en el año 2014, después de estar seis meses en paro, montó su propio negocio en la capital de la Plana: Colorea Tinta y Tóner.

«Fueron mis amigos los que me animaron», explica Serer, que le hicieron ver las posibilidades que tenía. Conocía el sector por su trabajo anterior, podía conseguir un nicho de clientes seguro, y además tenía posibilidades de ampliarlo.

Así que se animó, se convenció y finalmente dio el paso. «Yo nunca lo hubiera dado, pero ahora estoy feliz», asegura. Admite, eso sí, que tiene «menos protección y más inseguridad» económica que antes, cuando cobraba su nómina puntualmente cada final de mes. «Ahora cada día 30 es un auténtico examen», apunta Serer. «La vida del autónomo es una evaluación constante», sentencia.

vocación // A cambio, valora otros aspectos positivos de su nueva vida. «Eres tu propio jefe», indica Serer, que sobre todo reivindica que se dedica a algo que le gusta, en un sector --papel, impresoras y alrededores, material escolar-- que además conoce muy bien por su paso previo como trabajador en empresas como Suministros Valls. Al ser autónomo siente que tiene más libertad en sus decisiones y sus actos, para lo bueno y también para lo no tan bueno.

Su negocio actual se llama Colorea Tinta y Tóner y se ubica en la calle Río Bergantes, esquina Sierra de Mariola, en la capital de la Plana. Allí, Serer admite que «las diez horas» de trabajo no se las quita nadie. Asimismo comenta que «desconectar mentalmente» es complicado, cuando no imposible, pero sí consigue momentos para el ocio, cuadrando horarios.

En definitiva, un ejemplo de cómo convertir un momento de crisis --el desempleo-- en una oportunidad de nueva vida --ser autónomo--, utilizando la experiencia previa como motor de acción del esfuerzo. «Creo que acerté», comenta Serer.