El problema de la sobrecualificación sigue pesando como una losa sobre el mercado laboral. Y ejemplos los hay a montones. Seguro que conoce a alguien que ha estudiado una carrera, ha hecho un máster, tiene un buen nivel de inglés y ha acabado trabajando como camarero, reponedor, vendedor o repartidor de pizzas. En Castellón, más de 132.000 trabajadores están sobrecualificados o, lo que es lo mismo, poseen una formación superior a la que necesitan para desempeñar correctamente su trabajo. Lo grave es que la situación, lejos de remitir, crece cada año, y la Comunitat Valenciana es una de las regiones donde más aumenta.

Asempleo, la patronal española de las empresas de trabajo temporal y agencias de empleo, acaba de hacer público un informe demoledor y cuyos resultados no pueden ser más preocupantes: el 59,2% de los trabajadores de la provincia están sobrecualificados para el puesto que ocupan y este porcentaje se eleva casi hasta el 70% en el caso de los más jóvenes. «Las cifras son tremendas y la alarma se enciende al estudiar al colectivo de menores de 25 años. Tenemos a la generación de jóvenes más preparados de la historia y el mercado laboral no puede desperdiciar este valioso recurso que estamos dejando escapar, como explican la fuga de talento y el efecto desánimo reflejados en la Encuesta de Población Activa», advierte Andreu Cruañas, presidente de Asempleo.

Lo llamativo, según se desprende del informe, es que el problema va a más. Desde el 2013, el empleo sobrecualificado ha crecido por encima del 13% y se ha disparado durante los dos últimos trimestres. «Está claro que en los primeros años de la recuperación, lo más importante era crear empleo y reducir la elevada lista de desempleados. En la actualidad el debate se centra en la calidad de los puestos que se crean. Y en calidad se incluye la adecuación entre el perfil de los trabajadores y los puestos creados», insiste Cruañas.

Ese desfase entre oferta y demanda queda también claro si se analizan algunos datos oficiales. En Castellón, casi 13.000 alumnos cursan un grado en la Universitat Jaume I de Castellón y otros 1.500 están matriculados en un máster. Frente a esos datos, la realidad es que las nueve profesiones más contratadas, que concentran algo más de la mitad de los empleos creados el año pasado, no requieren estudios universitarios. Unos ejemplos bastan para entenderlo. De los 65.247 contratos que se suscribieron en la provincia durante el último trimestre del 2016, el 40% (26.691 en números absolutos) era de ocupaciones elementales. Otros 13.439 fueron para cubrir puestos de camareros o vendedores. Apenas el 15% de los contratos iba destinado a cubrir puestos técnicos o administrativos.

CORREGIR EL DESEQUILIBRIO // Que hay que corregir un desfase que cada vez cobra dimensiones más grandes es algo que sindicatos y empresarios llevan tiempo reivindicando. Y es ahí donde entra en escena la Formación Profesional. Todos coinciden en que hay que adaptarla más a las necesidades de las empresas y parece que la Conselleria de Educación ha recogido el guante. De hecho, el departamento que dirige Vicent Marzà ha lanzando una consulta a los 135 alcaldes y a las patronales de los principales sectores productivos de Castellón para elaborar el nuevo mapa de la FP adaptándose mejor a las necesidades reales de formación.