Dicen que la juventud es la única enfermedad que se cura con los años. Y los jóvenes de Castellón, aquellos que tienen entre 20 y 34 años, tienen la enfermedad del mas. Son más precarios, más pobres, más pesimistas. Pero también están más preparados y pueden presumir de un currículum más brillante que los de hace una década. Eso sí, la mayoría debe conformarse con lucir esos títulos en casa de sus padres. Porque independizarse antes de los 35 sigue siendo un sueño para muchos. En Castellón apenas lo consiguen el 35%, lo que implica que la mayoría (el 65%) vive en el nido familiar hasta bien entrados los treinta. Y la culpa de todo la tiene el mercado laboral.

Los datos del último informe de la Fundación BBVA y el Instituto Valeniano de Investigaciones Económicas (Ivie) son contundentes. El porcentaje de jóvenes de entre 16 y 34 años que no está emancipado ha aumentado desde el 2008 y, de hecho, lo sigue haciendo. «La edad de emancipación de los jóvenes se ha ido retrasando como consecuencia de factores culturales y socioeconómicos, como las dificultades de acceso al empleo y la calidad de este, la mayor duración de la etapa formativa, la reducción de la capacidad adquisitiva o el elevado coste y las restrucciones de acceso a la vivienda», defienden los investigadores del Ivie.

En Castellón los que logran abandonar la casa de los padres antes de los 35 años son una clara minoría y eso es algo que no sorprende nada a quienes que conocen bien cuál es la situación de un colectivo formado en la provincia por algo más de 115.000 personas. «La tasa de emancipación es tan baja por culpa del empleo. Es cierto que las cifras de desempleo ya no son tan dramáticas como hace unos años, pero nuestro nivel de paro sigue siendo muy alto y buena parte de los contratos son precarios», resume Pablo Salvador, presidente del Consell de la Joventud de Castellón, una entidad que tras años de parálisis ha vuelto a retomar su actividad. «A los jóvenes nos está constando salir de la crisis y queremos en todos los foros se habla de nuestros problemas, de la emancipación, de la precariedad y de la vivienda», asegura.

Ana Belén Montero, secretaria de Política Social y Juventud de CCOO-PV argumenta que hablar de juventud es hablar de precariedad. «Estamos hablando de un colectivo formado mayoritariamente por trabajadores pobres, con unas nóminas muy bajas. De hecho, el 43% de las personas entre 16 y 24 años se encuentran en riesgo de exclusión social», dice.

MÁS PARO, MÁS PRECARIEDAD

Las cifras son inequívocas. La tasa de paro entre los jóvenes de 16 a 24 años en Castellón es del 34,4%, según la última Encuesta de Población Activa (EPA). Y aunque la situación ha mejorado (el nivel de desempleo de este colectivo llegó al 60% a finales del 2014), el porcentaje de jóvenes que en la provincia no tienen trabajo dobla al de la población general, que es del 15,1%. Si se amplía la cifra hasta los 30 años, el resultado es que en Castellón todavía hay 6.342 jóvenes que no tienen empleo (3.379 mujeres y 2.963 hombres), según la última estadística del Ministerio de Trabajo.

La tasa de paro entre los jóvenes sigue siendo mucho más elevada y quienes se van incorporado al mercado laboral lo hacen, en la mayoría de los casos, con un contrato precario. Un ejemplo. El 66% de la población joven asalariada tiene un contrato temporal y/o una jornada parcial, mientras que estas condiciones son soportadas por 30 de cada 100 personas de 30 o más años, según un estudio de CCOO. «La consecuencia de todo esto es que los jóvenes tardan más en emanciparse», subraya Montero que insiste en la necesidad de evitar que se dé normalidad a todas estas situaciones de precariedad laboral.

Con tanto empleo por horas y tanto entrar y salir del mercado laboral (hay jóvenes que encadenan contrato tras contrato) ser mileurista se ha convertido en un sueño para decenas de jóvenes de Castellón con empleo. Y eso explica porqué los que apuestan por encadenarse a una hipoteca son minoría. El alquiler y los pisos compartidos son la vía de escape hacia la emancipación.