Los agricultores de Castellón han centrado sus quejas tras la pésima campaña de clementinas en la entrada masiva de cítricos procedentes del hemisferio sur y en la exigencia de reciprocidad en materia fitosanitaria para competir en igualdad de condiciones con el resto de países productores y para evitar la entrada de plagas, como la temida mancha negra. Los datos de interceptaciones de envíos contaminados de la Comisión Europea dan la razón a los productores, puesto que en el último año se han disparado hasta los 82, cuando en los doce meses inmediatamente anteriores fueron solo 66.

El incremento de los buques con naranjas afectadas de plagas se produce a pesar de que bajan los procedentes de Sudáfrica. En cambio, aumentan de forma exponencial los barcos con producto contaminado de Brasil, que de tan solo 12 hace dos años se multiplicó hasta los 44. El técnico de la Unió de Llauradors, Ferran Gregori, explicó que en poco tiempo el país sudamericano se ha convertido en un gran productor de naranja para zumo, cuya normativa de entrada es «más laxa que en el caso de fruta fresca». Las interceptaciones también se producen con asiduidad en embarcaciones llegadas de Indonesia, Argentina y Uruguay.

ROTTERDAM, EL PUERTO FAVORITO // Gregori, en la línea de lo publicado hace una semana por este diario, criticó que cada país de la Unión Europea tenga su propia normativa de control fitosanitario en puertos. «En el caso de Rotterdam, esa vigilancia está privatizada, y la compañía que se encarga está participada entre otros por el lobi exportador sudafricano», denunció Gregori. En este sentido, uno de los motivos del descenso de buques contaminados podría ser este «conflicto de intereses».

Los agricultores temen la entrada en Europa, y a partir de ahí en España, de plagas como la mancha negra, el greening o la falsa polilla de los cítricos y piden el tratamiento en frío para todas las importaciones del hemisferio sur.