El 12 de diciembre de 2020, la Comunitat Valenciana podía decir con orgullo que 61 de sus 542 municipios estaban libres de covid-19. Se trata de una cifra que desciende cada semana y que en tan solo un mes se ha visto reducido a la mitad, según los datos emitidos por la Conselleria de Sanidad. A 22 de enero, hay 33 pueblos valencianos sin ningún caso positivo, según los datos oficiales, y todos tienen algo en común: pocos habitantes y contactos sociales muy restringidos. Casi la mitad de ellos, 15, están situados en la provincia de Castellón.

No hay ninguna receta mágica ni una restricción más fuerte que otra. Los alcaldes y alcaldesas recurren a un concepto para explicar la nula afección del virus: «pura suerte». A ella se suma otro más que resulta decisivo para tomar todas las precauciones contra el contagio: «el miedo», ya que son personas de alto riesgo. Suerte y miedo forman un buen tándem que ha mantenido el virus a raya por ahora, «pero todo cambia en 24 horas», señala Miguel Gámiz, alcalde de Sacañet, uno de los pueblos de Castellón que ha esquivado por ahora el virus.

Allí, sus 30 residentes han sobrevivido a la pandemia con el material sanitario que la Diputación de Castelló les distribuyó y con la desinfección de calles por parte de agricultores locales. Y poco más.

Como Gámiz, el primer edil de Famorca (Alicante), Vicente Ruiz, también asegura que se han tomado todas las precauciones que se ha podido y han tenido resultado, porque tampoco se contabiliza ningún positivo entre sus 47 habitantes. En este caso aún hay más riesgo porque este municipio es un destino habitual de senderistas y deportistas de montaña, por lo que los visitantes aparecen cada fin de semana.

Sin embargo, Ruiz introduce otra de las variables que han sido decisivas en ponerle un muro al virus: la escasa vida social de sus habitantes. Al tratarse de personas mayores, su vida social no es demasiado amplia y mucho menos en circunstancias como las actuales, donde las autoridades aconsejan restringir los contactos. «Solo tenemos un bar en el pueblo y si se produce algún contacto es allí, pero los más mayores cumplen con las medidas correctamente», señala el alcalde.

A este pueblo, como a tantos otros, los familiares se han dejado ver por Navidad, pero han sido «muy respetuosos a sabiendas de que nuestros vecinos son de alto riesgo», explica Ruiz.

Mientras, en Castell de Cabres, la alcaldesa Maria José Tena reconoce que la probabilidad de contagio es muy baja al ser tan solo 11 residentes durante todo el año y las visitas familiares han sido «las justas». Las únicas personas que aparecen por allí son turistas y senderistas - con más hincapié en estas semanas por la nieve caída en el Baix Maestrat. «Además, estamos en el límite con Cataluña y Aragón, por lo que no hay desplazamientos», señala Tena, y apunta a que con la nieve «los residentes no nos hemos movido de aquí».

En el vecino Herbers, el turismo no ha sido un problema porque no es lo habitual, según su alcalde, Dani Pallarés. Sin embargo, «este año hemos recibido más visitantes que nunca», lo que ha expuesto más a sus residentes, que pese a todo, no ha habido que lamentar ningún caso. En Zorita del Maestrazgo, su primer edil, José Ramón Guarch, cree que las restricciones tendrían que haber llegado antes. «Mientras la gente no se mueva del pueblo, está bien, el problema es si suben o bajan para ir a trabajar», asegura.

Datos erróneos en Sanidad

Los últimos datos facilitados el martes por Sanidad no son del todo correctos. Figuran 33 municipios con cero casos, pero no siempre están actualizados, como es el caso de la Vall de la Gallinera (Alicante) y Benillup (Alicante), donde una pareja se contagió el segundo día de Navidad en Cocentaina y ha infectado a sus padres, residentes en este pequeño municipio de Alicante. «Pese a todo, Salud Pública no nos ha notificado nada todavía», lamenta el alcalde Javier Navarro.