El día que Jenifer Pérez pisó la ciudad alemana de Biberach an der Riß, a unos 600 kilómetros de Berlín, y empezó a trabajar como ingeniera en la compañía Wasser-Müller Ingenieurbüro GmbH, tuvo muy claro que allí estaba de paso. «No es que no estuviera a gusto. Tenía un buen sueldo, un buen horario laboral, los compañeros de trabajo eran magníficos y el idioma tampoco supuso un problema... pero sentía que no estaba en mi casa», confiesa esta joven de 28 años de Castelló.

Ingeniera de caminos, a Jenifer le pasó lo que a tantos jóvenes españoles a los que la crisis económica expulsó fuera de las fronteras nacionales. Cuando acabó de estudiar enseguida se dio cuenta de lo difícil que iba a resultar encontrar un empleo estable de lo suyo. Y eso que tablas y talento no le faltaban. Mientras cursaba el grado en la Universidad Politècnica de València (UPV) se fue de Erasmus a Alemania y después estudió un máster en Inglaterra. «Si en la ciudad de València ya era complicado encontrar empleo de lo mío, en Castellón más», explica mientras lamenta que en España no se valora lo suficiente a los jóvenes, abocados demasiadas veces a contratos precarios.

Ante la falta de oportunidades laborales, Jenifer hizo las maletas y se marchó a Alemania a trabajar en una compañía especializada en el tratamiento de aguas y la construcción de carreteras. Allí estuvo dos años, pero hace uno enfiló el camino de vuelta. Y no se arrepiente. Ahora tiene un empleo en la empresa Special Procesess and Chemicals, una firma de nanotecnología asentada en Castelló que se dedica a la fabricación de productos químicos. «Estoy encantada. Tengo un buen trabajo, en una gran empresa y estoy en mi tierra», señala.

Al igual que ha hecho Jenifer, cada vez son más los jóvenes de Castellón que vuelven a casa, un fenómeno que no es nuevo, pero sí creciente. Y la mejoría de la economía española lo refuerza. A todo emigrante le llega un momento en el que debe plantearse si su apuesta por el extranjero es definitiva o no. En 2016 fueron 451 los españoles que dieron el paso y regresaron a la provincia. En 2018 lo hicieron 582, un 29% más, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).

Las administraciones autonómicas y municipales son conscientes de los beneficios de este movimiento migratorio inverso, y en los últimos dos años han desplegado proyectos para apoyar a los jóvenes que regresan. La Generalitat valenciana, de hecho, puso en marcha el proyecto de recuperación de talento científico GenT, y uno de los más ambiciosos es el Plan de Recuperación de Talento del Ayuntamiento de Castelló, que va por su segunda edición. Este año ha concedido ayudas por valor de 99.000 euros (en 2018 fueron 100.000 euros), destinadas a la contratación de jóvenes profesionales vinculados a la ciudad, por un mínimo de 24 meses, a jornada laboral completa, y contratados por parte de empresas tractoras de la ciudad o nuevos proyectos emprendedores.

De Bruselas a Castelló

La ingeniera Jenifer Pérez y la empresa Special Procesess and Chemicals se han beneficiado de las ayudas del Ayuntamiento, y Adrià Saura también ha regresado a Castelló gracias a este programa municipal. Graduado en Psicología y de 24 años, este joven de Castelló ha encontrado un empleo en la oenegé Ilêwasi, dedicada a la investigación, defensa y promoción de los derechos de los niños, niñas y adolescentes. «Mi labor consiste en apoyar y ayudar a familias de la ciudad con pocos recursos económicos y ahora también hemos puesto en marcha una asesoría orientada a asociaciones», describe.

Adrià volvió a Castellón el pasado mes de julio y lo hizo tras una estancia de 10 meses en Bruselas. Allí se fue ante la imposibilidad de encontrar un empleo estable en su ciudad natal, pero también porque siempre le había llamado la posibilidad de salir al extranjero y conocer otros países. «En Bélgica me surgió la opción de trabajar con l’Arche, una asociación dedicada a la atención de personas con discapacidad psicológica, una entidad que tenía un centro de día y varias casas tuteladas. Mi trabajo era, básicamente, de educador de personas con síndrome de Down o autismo, a los que acompañaba y con los que realizaba todo tipo de talleres», describe.

De aquel empleo en Bruselas Adrià guarda muy buenos recuerdos. «La experiencia en el extranjero fue buenísima. Trabajé en algo que me apasiona e hice grandes amigos», cuenta este joven de Castelló que mientras estudiaba la carrera ya estuvo unos meses de intercambio en Chile.

Como tantas y tantas graduadas en Enfermería, Julia Becerril también hizo las maletas y emigró a Londres, donde ya residía su hermana, también enfermera. Esta joven de 27 años se marchó a Gran Bretaña cansada de repartir currículos en Castellón. «Aquí no me salía nada y la única opción que tenía era esperar al verano para tener un contrato de tres meses de duración», explica. Así que un día cogió un vuelo y se plantó en Londres. «Mientras mejoraba mi nivel de inglés trabajé como camarera en un restaurante italiano de Londres. La idea era aprender al máximo el idioma y hacer el examen para poder trabajar de enfermera en la sanidad británica, una prueba cuyo nivel ha aumentado mucho», subraya.

De su estancia en Londres, Julia destaca lo duro que le resultó aquel empleo de camarera. «En mi vida he trabajado tanto. Adelgacé 10 kilos y eso que me alimentaba de pizzas», describe.

En agosto del 2018 puso punto y final a su aventura londinense y ahora trabaja en Casda, la asociación ciudadana contra el sida. «Desarrollamos programas de prevención y estamos en contacto, sobre todo, con prostitutas a las que repartimos profilácticos», apunta Julia, un empleo del que se siente cien por cien orgullosa.

Con la maleta llena

Xavier Gómez también se siente plenamente satisfecho con su empleo. Este informático de 32 años, natural de Burriana, trabaja en Declarando Asesores, una asesoría fiscal on line especializada en autónomos y con sede en Castelló. Lo hace tras unos años fuera de la provincia, primero en Barcelona y después en Bélgica. «Empecé a estudiar en la Universitat Jaume I de Castellón, pero acabé la carrera en Barcelona. En la capital catalana encontré trabajo en una empresa que, al cabo de unos meses, me ofreció la posibilidad de viajar y trabajar en Bélgica», argumenta.

La estancia en Bélgica le sirvió para adquirir nuevos conocimientos y mejorar su nivel de inglés, pero Xavier siempre tuvo claro que más pronto que tarde su destino estaba en Castellón. «No me marché por gusto, pero la experiencia fuera me sirvió para aprender. Ahora que he vuelto y he encontrado un trabajo en Castelló, me siento muy satisfecho».