La intervención de la Policía Local y la voluntad de los hosteleros de las tascas de cumplir con la legalidad ha hecho que un instrumento cuyo uso hasta hace poco era puntual, los toldos antirruido, sea ahora permanente, con independencia del número de castellonenses que se reúnan en las calles Barracas e Isaac Peral. Detrás de ello subyace la voluntad del equipo de gobierno de disminuir el impacto sonoro y conseguir que deje de ser zona acústicamente saturada (ZAS).

Y es que los propietarios de los establecimientos hosteleros --encargados de su manejo desde el 2012-- únicamente optaban por desplegar los toldos ante una presencia masiva de personas en la zona, normalmente en fin de semana. Pero desde hace unos dos meses, y tras algún aviso por parte de policías municipales, su uso ya es la norma. "Ahora ya no hace falta que nos digan nada. Yo, a las 19.00, ya echo el toldo", relata el trabajador de una de las tascas situadas en dicha zona.

Esta práctica, apoyada por la acción policial y por tanto por el equipo de gobierno, busca paliar uno de los principales problemas denunciados por Castelló Sense Soroll, asociación que mantiene un litigio judicial con el Ayuntamiento desde hace años por las molestias que sufren los vecinos derivadas del ruido y del consumo de alcohol en la calle.