Las búsquedas que los autores materiales de los atentados de Barcelona y Cambrils hicieron en sus teléfonos móviles sobre la ciudad de Benicàssim y uno de sus festivales musicales más multitudinarios no fueron más que eso. Búsquedas que no llegaron ni a intentar implementar. Pero Castellón sí sabe muy bien lo que es sufrir el terrorismo, pues ETA perpetró varios ataques durante sus 43 años de existencia.

En total, la provincia fue escenario de 29 atentados que llevaron el sello de los etarras, siendo los más graves los que costaron la vida al empresario francés Clément Perret y el que acabó con el fallecimiento de un vecino del Grao que no era el objetivo de los responsables.

El primero de ellos fue el 16 de agosto de 1985. Aquel día, dos hombres entraron a cara descubierta en el restaurante del aeroclub de Castellón y asesinaron a bocajarro a Perret, al que relacionaban con los GAL. Los terroristas dispararon casi veinte balas para acabar con este ciudadano francés y, durante el ataque, hirieron al camarero Miguel Palanques, que tenía 19 años.

Víctima colateral

El otro gran golpe de ETA en Castellón fue ese mismo año, pero en esta ocasión el lugar escogido fue el el restaurante Arrantzale, situado en el paseo Buenavista del distrito marítimo. Un local que pertenecía a la sociedad Inturcaz SA, integrada por empresarios castellonenses y también algunos del País Vasco. Los autores materiales de aquel ataque colocaron seis kilos de goma 2 para reventar el local de hostelería. Eduardo Guinesa, de 62 años y vecino del mismo bloque, falleció en su domicilio a causa de un infarto tras la explosión, que tuvo lugar sobre las 1.15 horas.

El primero, en 1979

El primer atentado cometido por la organización vasca fue el 1 de julio del 1979 y ya entonces apuntaron a un litoral cada vez más turístico con dos explosivos en los vestuarios de mujeres del club de golf del Grao y en la playa de Peñíscola. Ambos casos solo provocaron daños materiales.

Ya durante el periodo de decadencia de la banda y otra vez coincidiendo con la temporada alta turística se dio otra de las actuaciones policiales más espectaculares en la provincia. Las fuerzas de seguridad buscaban a un presunto terrorista que había huido de un taxi en Torreblanca, dejando en el vehículo dos fiambreras con cables, temporizadores, material explosivo y detonadores con el anagrama de ETA.

20 días después, un vehículo explotó en les Coves de Vinromà con 150 kilos de explosivos en su interior. Estaba preparado para atacar algún punto del litoral valenciano, pero los planes de los terroristas se vieron frustrados gracias a un electricista jubilado de la localidad, que avisó a la Guardia Civil tras sospechar de dos hombres. Estos huyeron, dejando programada la explosión para veinte horas después, tiempo suficiente para que se pudiera detonar la bomba sin lamentar daños personales.

El islamismo radical no cala

En cuanto al islamismo radical, no es solo que sus organizaciones no hayan atacado por ahora la provincia. Tampoco ha habido grandes operaciones más allá de la que permitió detener en Vinaròs a Said Ben Iazza, colaborador de los terroristas de Cataluña que se encuentra en prisión. Antes, en 2010, Mediterráneo publicó la existencia de dos líderes radicalizados en las mezquitas de Burriana y Benicarló, y en 2015 también se supo que la comunidad islámica había expulsado a su imán en Nules por la misma razón.