Las cifras de fallecidos encogen el corazón y llegan a debilitar el ánimo. Todos esperamos que al día siguiente haya menos. Que no haya ninguno. Y aunque los datos deshumanizan --es inevitable--, detrás de cada número hay una persona, unas circunstancias, una historia. Demasiadas son tristes. Como dice el doctor Salvador Doménech, «solo con que haya un muerto ya es una tragedia», pero en estos días inciertos, donde todos ansiamos la bajada de la temible curva que nos confina y nos aleja de nuestra vida, la de antes, también hay finales felices, los de quienes tras contagiarse han superado el trance.

El primer positivo de Castellón --en la actualidad restablecido--, fue un joven de Burriana hospitalizado en la Plana de Vila-real. Tras él, otros muchos, cada vez más, pueden decir que son inmunes, porque su cuerpo, tras plantar cara a la enfermedad, ha generado los deseados anticuerpos. Y es que los datos objetivos hablan de que entre el 80 y el 85% de contagiados la superarán con síntomas leves, aunque la lucha común es por ese pequeño porcentaje que tiene menos recursos para vencer en solitario al virus. Estos son algunos de los muchos testimonios que dan voz a la esperanza.