¿Y ahora qué pasará para que no parezca que haya vencedores ni vencidos? Habrá que negociar algo cara al comité federal del sábado. Porque Ximo Puig se lo ha jugado al todo o nada al Senado. Por ejemplo, en Castellón, el PSOE solo con sus siglas, y si Podemos y Compromís hacen el mailing correspondiente, se quedaría sin senadores (ahora tiene uno). Si van los tres juntos bajo el paraguas de Acord Valencià, podrían conseguir tres, por uno del PP, al ser con toda seguridad la opción más votada.

Lo de Puig, además de pragmático, es una apuesta por la singularidad de la Comunitat Valenciana basada en el Acord del Botànic. Ese pacto a la valenciana con Compromís y Podemos que ha servido de referencia del fallido gobierno del cambio en Madrid. Pero también una estrategia de pura supervivencia por el peligro que conlleva quedarse sin representación en la Cámara Alta. De paso, y en clave interna, con un pacto de ese calibre, Puig se gana la simpatía de sus socios de gobierno en el Consell, da un primer paso dentro del PSOE con una nueva visión de la España federal y plural que tanto pregonan, marca distancias con un Pedro Sánchez del que no es afín y que tiene los días contados si no logra gobernar tras el 26-J y se erige como referencia y cabeza visible en el PSOE cara a un congreso federal que debe situar a su aliada, Susana Díaz, como nueva lideresa.

Para acabar, una pequeña reflexión. Es curioso que el PP, desbordado por la corrupción y sin poder territorial y municipal, siga unido; mientras que el PSOE se empeña en crearse continuos problemas. H