El actual presidente del Ateneo, Vicente Castell Alonso, artista pintor y dibujante, también profesor, un día nos obsequió con la visión de un carruaje taurino repleto de muchachas vestidas de fiesta con el traje típico y tradicional y unas líneas de texto en las que aseguraba que sin las corridas de toros no habría Feria propiamente dicha. Y habló de costumbres y tradiciones. Y puso en ello una pasión que ha recordado muchas veces. Ahora, por ejemplo. Dijo que las corridas de toros están en las entrañas de nuestros sueños ancestrales que han suscitado de los artistas poemas y música, ya que, según él, un día de corridas cambia la fisonomía de nuestras calles, repletas de visitantes.

Inspirado por todo ello, aparecen aquí en la página imágenes de tres toreros de Castellón, Antonio Rodríguez Caro, Pepe Luis Ramírez y Fernando Zabalza, que creamos en los tiempos de la OAR, cuya acción consistía en una entrevista que yo hacía a un personaje popular como intermedio de un pequeño concierto de músicos jóvenes, generalmente alumnos del Conservatorio de Música. En aquellos años de los sesenta los nombres de los tres muchachos de Castellón constituían el mayor reclamo en los espectáculos de la ciudad.

PLAZA DE TOROS. En el mes de agosto de 1831, ya en Castellón se celebraron festejos taurinos callejeros con la autorización --necesaria-- del Capitán General de Valencia. Alentada por el éxito de la Junta Municipal de Beneficencia y viendo en ello una fuente de ingresos para cubrir sus humanitarias necesidades, pensó en la construcción de un circo taurino, hermanando así la afición del vecindario a los toros ya entonces, con la hermosa obra de caridad que le estaba encomendada y realizaba.

A tal objeto, adquirió dicha Junta en 1831 y por la cantidad de 160 libras, los terrenos necesarios para el emplazamiento de una plaza de toros, propiedad de don Nicolás Vilarroig, terrenos situados frente al llamado Pany de les Creus, en el lugar que ocupa hoy el Instituto Ribalta, la antigua plaza de la Victoria.

Comenzaron las obras casi de inmediato y acabaron el 30 de junio del año siguiente, con la colaboración de varios vecinos que iban aportando algunas cantidades económicas, reintegrables. El importe de las obras ascendió a 20.506 reales y el de los préstamos y limosnas recogidas, a 17.395. Tenía la plaza cuarenta y seis metros de diámetro y constaba de graderío, construyéndose en fecha posterior palcos. Su cabida era de 4.000 espectadores, aunque poco a poco fue ensanchándose. Los documentos antiguos demuestran que la primera plaza que hubo, pues, en Castellón fue la inaugurada en junio de 1832. Deben haber recuerdos de curiosas historias de aquella época, mientras iba aumentando en la ciudad la afición taurina. Hasta llegar al episodio de la nueva o actual plaza de toros, que se inauguró, como gran acontecimiento, el 3 de julio de 1887.

LOS TOREROS. Por coincidencia con mi domicilio en aquella época en la calle de Cataluña y durante unos años, tuve ocasión de mantener una cordial relación con el tal vez notable primer torero castellonense, Luis Perona, que debutó con picadores como novillero el día 30 de marzo de 1930, con un lote de novillos del Marqués de Villamarta. La guerra civil cortó su carrera artística. Después volvió a los ruedos como subalterno y, más tarde, al cortarse la coleta, se dedicó a apoderar toreros, también a empresario de la plaza de Castellón y últimamente desempeñó el cargo de asesor técnico de la presidencia en la plaza.

También recuerdo con mucho cariño a Rufino Milián, pero los tres de la imagen fotográfica completan la época más brillante del torero en Castellón. Tampoco me olvido del más joven, Álvaro Amores. Aunque nacido en la provincia de Cádiz, desde muy niño ha residido en el Grao y es considerado castellonense a todos los efectos. El 14 de junio de 1986, recibió la alternativa de manos de Ruiz Miguel en nuestra plaza, repleta de aficionados.

El que debutó muy pronto fue Antonio Rodríguez Caro. Lo hizo como novillero, con picadores, el 16 de noviembre de 1952. Su alternativa tuvo lugar en Magdalena, el 5 de marzo de 1961, en un ambiente de gran animación. Por su parte, Pepe Luis Ramírez se doctoró en Valencia el 5 de octubre de 1958, apadrinado nada menos que por Luis Miguel Dominguín. Ya había debutado como novillero en Castellón, el 11 de marzo de 1956. Y la fecha del 31 de marzo de 1957 es muy importante para la historia de los toreros de Castellón. Ese día, tanto Fernando Zabalza como Rufino Milián, acompañándoles Pepe Luis Ramírez torearon su primera novillada por Magdalena, con llenazo en la plaza. Rufino fue premiado con vuelta y ovación, Zabalza con vuelta y palmas y Ramírez recibió una oreja.

Tanto unos como los otros han alternado con las grandes figuras del toreo de la época.