La Unión Europea, a través de la directiva marco de Estrategia Marina, ha propuesto la tortuga boba (Caretta caretta) como indicador de la contaminación ambiental del Mediterráneo, una iniciativa adoptada tras un estudio realizado por la Universitat de València. Es una investigación a largo plazo del Instituto Cavanilles de Biodiversidad y Biología Evolutiva que cuantificó la ingesta de desechos marinos en tortugas bobas recolectadas a lo largo de 20 años.