Que nadie se lleve a engaño. Las cifras de la náutica en Castellón siguen a años luz de la época anterior a la crisis, en la que en un ejercicio se matriculaban más de 200 embarcaciones de recreo. Pero tampoco son los peores años. Al contrario. El sector ha dejado atrás el periodo más difícil y en la provincia vuelve a crecer. Lo hace por segundo año consecutivo, tras cerrar un 2017 que ya fue positivo. Lo dicen las empresas que se dedican a esta actividad y lo confirman también en la mayoría de los clubs náuticos y marinas de la provincia. Y casi todo el éxito radica en el alquiler de embarcaciones.

Carlos Sanlorenzo, secretario general de la Asociación Nacional de Empresas Náuticas (ANEN), asegura que a las embarcaciones de recreo les pasa lo que a la vivienda. «Los usos han cambiado. Hoy destaca el alquiler y el chárter es el gran protagonista de la recuperación del sector. Ya no hay tanto apego por la pertenencia, sino por el disfrute», explica. Y augura que esta tendencia ha llegado para quedarse. «Seguro que seguirá creciendo en los próximos años, pues todavía queda mucho camino por recorrer». También lo ha hecho en Castellón, donde cada vez son más las empresas que operan en este sector. «Es una actividad que va claramente a más y surgen empresas que se dedican al alquiler de embarcaciones», asegura Arturo Peña, gerente del Club Náutico de Orpesa, una entidad que cuenta con más de 600 asociados.

Ximo Feliu es el responsable de Kailoa Charter, una de las compañías que opera en la marina Burriananova. «La demanda va a más cada año y, aunque el viaje estrella es la visita a Columbretes, hay familias o grupos de amigos que alquilan la embarcación para dar un paseo por la costa», describe este empresario. Y, ¿de dónde proceden? «La mayoría son familias o amigos que venarean aquí y proceden de Madrid o Aragón», añade el propio Feliu.

EL SECTOR SE DEMOCRATIZA // Hasta la llegada de la crisis, el sector de la náutica en el mercado nacional vivía de un cliente con unas señas de identidad claras: alto poder adquisitivo, propietario de embarcación y también de amarre en su destino de vacaciones. Sin embargo, y a pesar de los repuntes positivos en las matriculaciones de embarcaciones, el sector se encamina hacia una renovación total, tanto en el perfil del cliente como en el formato de las ofertas náuticas. Porque ahora el aficionado ya no compra barcos. «Quien se acerca ahora a la náutica lo hace a través del alquiler», argumenta Sanlorenzo. Y esa opción, en cierto modo, podría suponer la democratización de la náutica y además ayudar a quitarle la etiqueta de elitista.

Alquileres aparte, la realidad es que la actividad náutica en los clubs y marinas de la provincia va cada año a más. Y la explicación hay que buscarla en la mejora económica pero también en las estrategias de especialización seguidas por marinas y empresas. «Nosotros este año estamos creciendo por encima del 50%», explica Pepe Guillém, gerente de Burriananova, una marina que se ha convertido en un importante punto de escala para transeúntes. «Aquí hacen escala aficionados franceses, belgas y también ingleses. Muchos de ellos pasan unos días y contribuyen a dinamizar la economía local», dice.

En Orpesa las previsiones también son positivas. «El verano ha empezado bien, aunque es cierto que quedan muchas semanas por delante. De momento, la sensación es buena y el nivel de ocupación es mejor que el año pasado», describe su gerente.