Mirando al cielo y al suelo. Así están ya los aficionados a la micología de Castellón y es que las lluvias registradas en los últimos días en zonas del interior de la provincia esperanzan a los entendidos, tras un verano bastante seco. Los boletaires cuentan los días para que las recientes precipitaciones y la bajada de temperaturas den sus frutos y hagan eclosionar a los hongos. Y es que, en 15 o 20 días, el popular lactarius, que tanto gusta en Castellón, podría comenzar a dejarse ver en puntos de Penyagolosa, Vilafranca, o Morella para satisfacción de miles de aficionados.

La de las setas no es, ni mucho menos, una ciencia exacta. De hecho, las últimas campañas han sido muy irregulares en la provincia a cuenta de la meteorología.

El robellón necesita cierta humedad, aunque no demasiada, y que el subsuelo esté a una temperatura de unos 7ºC. Además, es muy importante que durante el día no apriete el calor en el interior, pues ello favorece que los níscalos se llenen de gusanos.

«Las últimas lluvias penetrarán en el subsuelo y en tres semanas los robellones empezarán a eclosionar. Ha sido una temporada estival muy seca, así que no será uno de los mejores años para las setas, pero confiamos en que los chubascos animen su proliferación en los próximos días», explica Gonzalo Miguel Ferrer, presidente de la Asociación Micológica de Castellón (Asmicas).

La escasez de rovelló sufrida en el 2016 disparó su precio hasta los 40 euros el kilo, cuatro veces más de lo habitual en una campaña normal. Un verano sin lluvias y un arranque del otoño con precipitaciones discretas en puntos muy concretos, así como las altas temperaturas, mermaron la aparición de hongos en el monte. Además, parte de la producción inicial llegó procedente de Huesca, León e, incluso de países como Hungría, Rumanía o Bulgaria.

La campaña del 2015 fue más generosa con Castellón y la del 2014 estuvo marcada por la humedad y las altísimas temperaturas. Ese año hubo una gran cantidad de robellón en el interior provincial, aunque, en su mayoría, las setas estaban agusanadas.

«Recuerdo que mi hija y yo cogimos en muy poco rato más de 10 kilos, pero solo pudimos salvar un tercio de la cosecha, ya que los ejemplares estaban totalmente podridos. Fue un otoño muy frustrante», recuerda Fernando Bahía, recolector aficionado desde hace más de 30 años.

La recolección estuvo al alcance de casi todos en la temporada 2014 y es que estos preciados hongos se escondieron poco, saliendo, incluso, en el Santuario de Sant Joan de Penyagolosa.

Los aficionados a la recolección y degustación micológica ya se cuentan por miles en Castellón. La fiebre por el robellón se desata desde ya y la cuenta atrás comienza para la temporada.