Los agricultores castellonenses están en pie de guerra. El próximo 14 de febrero se manifestarán en València para exigir medidas urgentes que les permitan sobrevivir en un mercado globalizado cada vez más exigente y menos rentable. Los cítricos son el cultivo de la provincia por antonomasia. Un sector que sobrevive a duras penas a una crisis ya crónica, pero que ahora ha dicho basta y exige al Gobierno central y a las autoridades europeas medidas para garantizar unos precios justos y combatir con decisión la competencia desleal de aquellos países extracomunitarios que pueden comercializar en la UE sus frutas y hortalizas sin tener que cumplir unos requisitos tan estrictos como los que sí deben respetar ellos, con el consiguiente aumento de gastos.

Además de las acciones gubernamentales, la rentabilidad del sector también pasa por alargar la temporada citrícola. La Unió de Llauradors plantea que una de las soluciones estaría en reconvertir cerca de un 20% de los campos de clemenules en otras variedades más tempranas y tardías. Y es que el 75% de los cultivos de la provincia es de clemenules. «Producimos demasiada, deberíamos salir más ordenados al mercado y no limitarnos a un espacio de tiempo tan concreto, producimos muchas toneladas en poco tiempo. Esto nos permitiría tener más capacidad para optimizar costes y más tiempo para generar economía tanto en el campo como en los almacenes», explica el secretario general de la Unió, Carles Peris.

Prueba de ello es el hecho de que las variedades que llegan tras el verano, así como las que se están recolectando ahora logran, normalmente, alcanzar mejores precios en el mercado. «La segunda parte de la campaña está yendo mejor que la primera, ya que la merma de producción es mucho menor, cerca de un 15%, y se están dando buenos precios», señala Peris. En concreto, ahora se está recogiendo tango, ortanique o navel. Y eso a pesar de los daños provocados por el viento en el último temporal.