Enseñanzas de ida y vuelta y solidaridad sin pausa moldean el proyecto de voluntariado Pisos Solidarios, un programa gestionado por la Universitat Jaume I en colaboración con el Ayuntamiento de Castelló y la Generalitat valenciana, que el mes que viene celebrará 20 años de excelente salud. Pocos conocen la realidad del mismo como Ari Gómez, con dos cursos de experiencia a sus espaldas, que explica las aristas del proyecto para el periódico Mediterráneo.

«Vine de Uruguay para estudiar dos másteres de psicología y como allí siempre estuve involucrado en labores de voluntariado busqué algo similar en la página web de la UJI», comenta Ari. Lo que encontró le interesó enseguida. Un compromiso por la convivencia y la integración en el barrio San Lorenzo. «Nuestra obligación es cumplir una serie de horas semanales de apoyo», indica, y a cambio no les cobran el alquiler. Después, la práctica supera la teoría. «No es una cosa de un rato o un fin de semana, es vivir al cien por cien el barrio, tener una experiencia que va más allá de las horas específicas. Son 24 horas de dar buen ejemplo y ser un buen vecino», añade Ari.

Actividades

Durante los más de dos años de participación en el programa, Ari ha llevado a cabo diferentes actividades con los vecinos del barrio. «Estuve en la ludoteca dando apoyo escolar a los niños junto a las maestras», cuenta, «también en un órgano del Ayuntamiento resolviendo dudas de los vecinos, ayudándoles a rellenar formularios y resolviendo problemas, y últimamente organizando la apertura de un local de la universidad, con biblioteca y talleres». La vida en el barrio es uno de los aspectos que más le agradan. «Yo había conocido lugares de pobreza extrema en Argentina, Brasil o Uruguay, y al llegar me imaginaba algo peor. Para mí fue una sorpresa en positivo porque fui muy bien recibido por la comunidad. Hay que tener en cuenta que el programa lleva dos décadas implantado con una trayectoria respetada en el barrio», dice. Por contra, «a nivel social en el resto de la ciudad» sí encontró un recelo que no ha visto en San Lorenzo «en ningún momento». Por eso recomienda a los universitarios participar en esta serie de iniciativas. «Me parece enriquecedor y fundamental que los estudiantes quieran conocer otras realidades y culturas, como la gitana que es fuerte en el barrio, y aprender también de ellas», señala.

Ari Gómez destaca los vínculos de coexistencia que se crean entre las dos partes básicas del proyecto, los estudiantes y los vecinos de San Lorenzo: «Ahora estamos preparando unos actos de celebración por el 20º aniversario, y estoy contactando con antiguos voluntarios. Por el barrio han pasado más de 20 nacionalidades, gente de África, de Sudamérica... y voluntarios de diversas edades, desde muy jóvenes a otros no tanto, y el vínculo de convivencia que se crea es muy interesante».