Ximo Puig ha dado un primer golpe de efecto en la guerra fraticida que se espera para liderar el PSPV. La presentación de su candidatura ha contado con la presencia de varios nombres que apoyaron en su día a Pedro Sánchez o a Patxi López. No quiere decir nada, porque los que votarán en las primarias del 16 de julio son los militantes, pero es significativo y un aviso de que una cosa fue la disputa en el PSOE entre sanchistas y susanistas, y otra muy distinta lo que puede pasar aquí. Se vio en el congresillo de la Pobla previo al congreso federal de Madrid de este fin de semana, donde los partidarios de Puig lograron aglutinar mayorías.

Es cierto que ahora el suflé de Sánchez y sus aliados está en todo lo alto y que el alcalde de Burjassot, Rafael García, se ha prestado a las maniobras de José Luis Ábalos --bendecidas por Sánchez-- para mantenerlo hasta el final. Pero no es menos cierto que muchos de los que votaron al sentimiento que representaba el no es no a Rajoy ahora están con Puig, respaldan su gestión al frente del Consell y, al igual que el de Morella, no ven motivos para una alternativa más allá de una venganza o del afán de debilitarle, porque en Ferraz (sede del PSOE) no quieren un PSPV fuerte en sus manos que pueda influir en el nuevo PSOE de Sánchez.