Como si no hubiera una crisis sanitaria que amenaza con llevarse por delante gran parte de la actividad productiva, el sector inmobiliario de la provincia vive un momento de actividad frenética. Los castellonenses siguen interesados en adquirir viviendas, a mayor ritmo si cabe que antes de la pandemia, como muestran los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) publicados ayer sobre las hipotecas constituidas el pasado mes de julio, futuras operaciones de compraventa, que son los más altos desde hace 11 años. La consumación de expedientes que se quedaron atascados durante el confinamiento también contribuye de manera decisiva para obtener estas cifras.

Fueron 1.127 los préstamos bancarios que se constituyeron ese mes, cinco veces más que en junio, bastante más del doble que en el mismo periodo del año pasado. Para hacerse una idea de la magnitud de hipotecas concedidas en la provincia en ese periodo, en Valencia, con unos 2,5 millones de habitantes, se firmaron solo unas pocas más, 1.233. Desde julio del 2009, todavía con los efectos del boom inmobiliario, no había habido tanta actividad en las notarías de Castellón.

Un factor fundamental para explicar este dato es que muchas notarías están liberando trabajo atascado desde la época del estado de alarma. Pero no lo justifica en su totalidad, ya que la media española indica un 23% de caída respecto a julio del 2019, y las restricciones a la actividad fueron las mismas en todos los territorios.

El presidente del Colegio Oficial de Agentes de la Propiedad (Coapi) de Castellón, Francisco Nomdedeu, cree que la provincia tiene una posición particular en el mercado: «Las caídas producidas en las grandes ciudades aquí no se notan tanto; funcionamos de manera distinta. Al mismo tiempo, somos una provincia en la que hay bastante actividad, no como por ejemplo en Guadalajara, Burgos, Soria… Nos movemos al margen de las subidas y las bajadas que hay en estas zonas». Nomdedeu confirma que en julio se desatascaron operaciones «que estaban pendientes en mayo y junio», tras una progresiva recuperación de la actividad.

Joaquín Estañol, delegado en la provincia de la Asociación Valenciana de Inmobiliarias, incide en que «en Castellón los cambios son muy lentos, sucede lo mismo con las variaciones de precio». A su juicio, uno de los principales factores que explica este incremento en las operaciones en un contexto general de recesión es que «aquí las viviendas son más baratas. En el sur de la provincia tenemos compradores de Valencia o de Teruel». «Seguimos trabajando a buen nivel, como antes del covid», resume.

A la baja

En España, el número de hipotecas constituidas sobre viviendas inscritas en los registros de la propiedad se situó en 26.014 en julio, un 23% menos que en mismo mes del 2019. Con este retroceso interanual, que empeora en más de diez puntos la caída de junio, la firma de préstamos sobre viviendas encadena cinco meses consecutivos de tasas interanuales negativas después del retroceso del 14,6% en marzo.

Solo el País Vasco presentó en julio una tasa interanual positiva, con un avance del 38,4%. Por contra, el resto de regiones registraron descensos, especialmente Castilla-La Mancha (-42,8%), Galicia (-40,2%) y Navarra (-37,1%).

Una de las tendencias apuntadas desde el sector es que en los próximos meses se podría producir un éxodo desde las ciudades hasta los pueblos, consecuencia de una mayor implantación del teletrabajo y de una búsqueda de entornos menos poblados y más asequibles. En Castellón, sin embargo, la marcha desde los ciudades a los pueblos se encuentra con dos dificultades, como ya publicó Mediterráneo. Una es que la estructura empresarial de la provincia, con predominio de las pymes, dificulta el trabajo a distancia. Otra es que la diferencia del precio de la vivienda entre la capital y los municipios pequeños no es, de media, tan alta como en el resto de España, según Idealista.