El paso del ser humano en la Tierra acaba sepultado por capas y capas de siglos. Se acumulan una sobre otra y el hombre derriba, destruye y construye a su necesidad y gusto. Quedan, no obstante, las pistas de lo que un día llegó a ser. Ese rastro es el que los arqueólogos persiguen cada verano en Castellón. Porque la arqueología es para el verano. Es ahora cuando se activan la mayoría de las campañas de excavaciones que trabajan tierra y rocas, que recomponen piezas que aportan datos de cómo fue alguna vez la vida. Y en la provincia hay mucha vida bajo la tierra. Tanta que se conoce de la existencia de al menos 1.200 yacimientos arqueólogicos. No todos están señalizados. No todos son visitables, pero cada año por estas fechas se multiplican las actuaciones para seguir averigüando qué pasó en esta tierra hace millones y millones de años.

Para los arqueólogos Castellón es una tierra dorada y lo es porque esconde sorpresas, muchas. El yacimiento Cabañiles, en Zucaina, es un ejemplo de ello. Se trata de una necrópolis tumular del siglo VI antes de Cristo que se empezó a excavar hace casi 50 años y cuyos trabajos han sacado a la luz cómo eran aquellos rituales funerarios. Ahí, en este yacimiento, está trabajando ahora el equipo del Servicio de Investigaciones Arqueológicas y Prehistóricas (SIAP) de la Diputación Provincial. «De lo que se trata es de mejorar los accesos al yacimiento y ponerlos en valor, para lo que se están realizando obras de restauración y adecuación de las estructuras tumulares excavadas», explica Arturo Oliver, director del SIAP. También se continuará explorando la zona del yacimiento destinado a otros usos que no son estrictamente funerarios. «Se está actuando en ele edificio anexo con la finalidad de definir las dimensiones, funcionalidad y características de esta copnstrucción», añade el expertos.

Antes de trabajar en Cabañiles, los arqueólogos han explorado la Coveta de la Font de Codina, en Borriol; y el yacimiento de Los Morrones, en Cortes de Arenoso, un asentamiento fortificado del siglo VII antes de Cristo y que muestra la penetración del comercio fenicio en el interior de la provincia, con muestras de cerámica y materiales de hierro que muestran la primera metalúrgica de este tipo.

Un poblado de 4.000 años

Unos kilómetros más al norte, en Alcalà de Xivert, se encuentra el poblado de Santa Llúcia, otra joya arqueólogica de Castelló. Allí, en ese yacimiento con más de 4.000 años de historia, el Ayuntamiento ha asumido la mayor parte del coste de las excavaciones y en pocos días, y con nla colaboración del SIAP, se empezará a trabajar en una nueva zona de 50 metros cuadrados en donde se han localizado viviendas y almacenes.

Pero, ¿qué tiene de especial Santa Llúcia? Para los expertos lo más destacable de las ocupaciones que van desde la edad del bronce antiguo (entre finales del siglo III e inicios del II aC), del hierro antiguo (siglos VII-VI aC) y en época islámica es la calidad de los materiales arqueológicos que se están recuperando. De hecho, se identifica claramente que fueron ocupaciones abandonadas como consecuencia de un incendio, lo que dota al yacimiento de un extraordinario valor. Un ejemplo. Algunos objetos metálicos encontrados han sido publicados en congresos mundiales de arqueo-metalurgia.

El Tossal de la Vila, en la Serra d’Engalcerán también será objeto de nuevas excavaciones. Los trabajos se llevarán a cabo durante todo el mes de agosto y los primeros días de septiembre y el objetivo es continuar con unas prospecciones que empezaron en el 2012 y que han permitido identificar un poblado en altura de los siglos VIII-VII a.C. y cuyo estado de conservación es excepcional. «Por encima de ese primitivo poblado se instaló en época islámica un campamento militar que reviste gran interés ya que se trata de un periodo y un tipo de fortificación poco conocido en la provincia», subraya Oliver.

Una joya es también el Puig de la Misericordia, en Vinaròs, donde se actuará durante el mes de julio. Se trata de una compleja zona arqueológica formada por la superposición de tres asentamientos protohistóricos datados de los siglos VII, VI y II aC. Además, el yacimiento resulta de gran interés para conocer el desarrollo económico y social de la cultura ibérica y su contacto con otros pueblos del Mediterráneo.

24 excavaciones este año

El Calvario de Montán, el Tossal del Mortorum de Cabanes, la Cueva Negra de Montanejos o el Castillejo de Benafer completan el listado de excavaciones prevista para este verano. Pero ahí no están todas las que son. Los datos que maneja la Conselleria de Educación y Cultura revelan que este año se han autorizado en Castellón 24 proyectos arqueológicos. En entornos declarados Bien de Interés Cultural (BIC) se ha dado el OK a trabajos en la Torre de Sant Vicent de Benicàssim, en el Castell de Borriol y en el Puig de la Misericordia de Vinaròs. Además, la Conselleria tiene un convenio con la Jaume I para realizar trabajos en la villa romana de Sant Gregori de Burriana.

El trabajo de arqueólogos y técnicos es solo una pieza del puzle. Ellos han demostrado que bajo la tierra hay vida. Ahora queda la segunda parte: dar promoción a un patrimonio desconocido para la mayoría. Y ese, precisamente, es el objetivo de Castellón arqueológico, un proyecto presentado esta misma semana por la Diputación para convertir esos tesoros en un reclamo turístico.