Jefe de Medicina interna del Hospital Provincial, creó en Castellón un apasionado ambiente de investigación pública. Tiene a su nombre una calle que nace en la avenida de Benicàssim, cruza María Rosa Molás y Capuchinos y llega a la Ronda Este. Renunció a la alcaldía y fue concejal con tres alcaldes diferentes.

L’ARRÒS. El día 14 de mayo de 1993 en el Centro Municipal de Cultura --y allí estuve--, con motivo de la exposición L’arròs a Castelló, el alcalde José Luis Gimeno hizo entrega a los hijos del ilustre médico de una placa de plata que llevaba incrustado el escudo de la ciudad, con esta inscripción: «El Excmo. Ayuntamiento de Castellón a don Vicente Altava en reconocimiento a su humanitaria labor científica en beneficio dels arrossers».

Estaban presentes un grupo de castelloneros que habían sido protagonistas en los años cuarenta y cincuenta de las ilusiones y los esfuerzos en un Castellón agrícola volcado en el cultivo del arroz de manera especial.

Dos meses después, el día 17 de julio, fallecía don Vicente Altava. Pero aquella tarde de mayo, el enfermo esbozó una sonrisa de agradecimiento al saber quiénes habían asistido al acto.

Así, en el día de la multitudinaria manifestación de duelo que fue su entierro, sus hijos recordaban del padre «que inculcó en la familia el valor de la ética, la veneración por nuestra tierra de la que era un profundo conocedor y el amor a la lengua y a la cultura de nuestro pueblo».

LA VIDA. Familia de labradores, Vicente Altava Alegre nació en Castellón el 26 de junio de 1908. Tuvo su primer impulso escolar en el colegio de la Consolación y el bachiller en el instituto Francisco Ribalta.

Recién ingresado en la Facultad de València de Medicina, a los 19 años ya ganó un premio de investigación, el Peregrín Casanova, en el que pudo mostrar claramente su vocación y su talento. Se licenció con sobresaliente y fue premio extraordinario de la facultad en 1931 y ganó de inmediato la oposición de médico de guardia en el Hospital Provincial de Castellón.

Sus trabajos de investigación recibieron por primera vez eco nacional en 1942 por su estudio publicado en Medicina Española sobre la aportación a la génesis hipofisaria de las cardiopatías metabólicas. Y al año siguiente fue nombrado jefe de Medicina interna del hospital.

Después de un tiempo de investigación y divulgación, en 1954 creó el Centro de Estudios Médico-Biológicos que, calladamente, permitió situar el nombre de Castellón en la órbita de los más prestigiosos de investigación médica. La sede del Centro fue su propia clínica, pero se aprovechaba cualquier espacio para trabajar, el laboratorio del doctor Villalonga, el propio tejado de su casa… El jovencísimo Manuel Barrera Roures fue su ayudante desde el primer momento. Y en el equipo una serie de especialistas vivieron la maravillosa aventura diseñada por Altava. Y ahí estaban Genaro Compañ, José Vicente Beltrán, Emilio Gómez, Rafael Muedra, Miguel Royo, Ginés Jovaní, Enrique Tejedo, Vicente Muriach, Martínez Urrea, Ignacio Villalonga, Peña Gea, también Casimiro Meliá, Jesús Calderón, Pilar Gil, Fernando Bernat, el botánico Manuel Calduch, el químico Luis Ros de Ursinos, el profesor César Marín… todos unidos por la misma causa de mecenazgo y apostolado científico que cristalizó y culminó en una serie de descubrimientos y aportaciones de altísimo nivel, muy considerados en círculos especializados de todo el mundo.

LEPTOSPIROSIS. La FAO les dio el espaldarazo con la publicación de sus tesis y conclusiones en 1957, sobre alimentación y crecimiento. Pero la palabra Leptospirosis es la que une con el tiempo el nombre de Altava y de todos sus colaboradores a los definitivos avances en el mundo médico sobre la enfermedad de las ratas, la conocida como enfermedad de l’arròs. Fue un clamor la proliferación de la enfermedad que afectaba a los labradores de los arrozales de la antigua zona del lluent, entre Castellón y Benicàssim. Y hubo simposios y congresos en Polonia, Italia, Alemania Oriental, Holanda, donde Altava era el invitado y ponente de honor dada su categoría.

En 1960 se le concedió la Cruz con placa de la Orden Civil de Sanidad. Miembro de comités médicos de todo el mundo, en 1971 fue nombrado, con todos los honores, académico de la Real Academia de Medicina de València.

Me relacioné con él a través de su amor a los libros, de su necesidad de ellos. Su prestigio en antropología y alimentación y su tratado sobre Excursionisme i alimentació son un foco de sugerencias vitales para todos.

Al respecto, un día en acto público le pregunté si había forma de alimentarse correctamente, si el hambre enseña. Y me contestó algo así:

«Solamente el animal salvaje es capaz de hacer, por instinto, una alimentación correcta. Y esa capacidad ha sido demostrada brillantemente. Fíjate, a unos ratones encerrados en una jaula, se les puso en recipientes debidamente separados caseína, aceite de oliva, glucosa, leche, aceite de hígado de bacalao y levadura seca. Se comprobó como el consumo diario de cada uno de esos productos coincidía totalmente con los valores de una dieta mixta ideal, tal como puede concebirla un especialista en nutrición».

Y quedó grabado en cinta magnetofónica su información.

PERSONAL. Vicente Altava contrajo matrimonio el 18 de agosto de 1939 con Paquita Vidal Pérez. Desde el año siguiente, comenzaron a llegar los hijos, Vicente, Paqui, María Luisa, José Tomás y Antonio Manuel. Después, a su tiempo, los nietos. Fue concejal del Ayuntamiento desde 1948 a 1968, veinte años con los alcaldes Carlos Fabra, Eduardo Codina y Francisco Grangel. Y es sabido que renunció a ser alcalde. Estaba obligado a ejercer su profesión vocacional…