Poco a poco, el vino de Castellón está entrando cada vez en más y más casas. Tras la talada masiva de viñas en los 80, que acabó con una tradición vinícola muy arraigada, las bodegas surgidas en los últimos años, agrupadas en la Indicación Geográfica Protegida (IGP) Vins de la Terra de Castelló, están logrando hacerse con un hueco en un mercado muy variado y exigente al incrementar año tras año sus ventas. El reto, por ahora, es ganar peso en el mercado internacional.

En la última temporada de venta contabilizada, la 2017-18, comercializaron 5.778 hectolitros de vino de Castellón --uno corresponde a 133 botellas--, por los 4.893 del ejercicio anterior.

De estas ventas, solo el 5% corresponde a exportación, explica el secretario de la IGP, Víctor Bellmunt, quien apunta que aunque muy levemente, «Europa y América del Norte son los mercados que más están creciendo».

más bodegas // Lo previsible es que estas cifras de ventas sigan al alza, puesto que la IGP incorporó a finales del año pasado a cinco bodegas más y se espera que lleguen otras dos próximamente.

«Hemos notado un cambio importante en el consumo de la provincia: la hostelería cada vez está apostando más por los vinos de Castellón, que se encuentran ya en una mayoría de restaurantes», explica el propio Bellmunt.

Claro que esto, a juicio de Juan Domingo Tárrega, de la Bodega Mas de Rander, no es suficiente. «Por ejemplo, en Baleares, el 70% de los que te aparecen en la carta de los restaurantes es de allí. Aquí, suelen representar únicamente un 10%. Todavía sufrimos de riberitis y riojitis», concreta.

Y es que los productores venden ahora mucho más, pero no acaban de ser profetas en su tierra. «Nosotros, por ejemplo, estamos muy bien en Valencia, Madrid y Barcelona, pero parece que aquí todavía cuesta», indica.

cambio de hábitos // Bellmunt, por otra parte, pone en valor un cambio de hábitos entre la juventud: «Ha cambiado la noción de bebedor de antaño con un concepto más moderno y que está de moda». Una dirección que Tárrega cree que es la correcta. «No queremos hacer vino de mesa como hacen en La Mancha o Requena. Lo que estamos ofreciendo ahora mismo en Castellón tiene una relación calidad-precio de las mejores del mercado», explica.

Cara al 2019, esperan una buena producción, con la condición de que llueva «entre 100 y 200 litros por metro cuadrado de aquí a mayo», señala Víctor Bellmunt. En el año 2017, las heladas hicieron que se resintiera un 20%, aunque este problema «se diluye porque siempre vendemos varias añadas», manifiesta.