Solo es necesario pasear por cualquier calle del centro de Castelló, Vila-real o Vinaròs para darse cuenta del daño que la crisis del covid-19 ha provocado a los pequeños empresarios. Se mire donde se mire el panorama es muy similar: un comercio de toda la vida con la persiana bajada, una peluquería cerrada, una inmobiliaria desaparecida... Ni las ayudas municipales al comercio tradicional, ni el capote que el Gobierno ha echado a los autónomos, ni los expedientes de regulación de empleo (ERTE) han sido suficientes para evitar la quiebra de decenas de negocios. En Castellón, la pandemia ha matado ya a más de 400 personas pero también ha sido la sentencia de muerte de 424 empresas. O lo que es lo mismo, desde que se decretó el primer estado de alarma hasta finales del 2020 han desaparecido una media de 47 pequeñas compañías al mes

Los datos que maneja el Gobierno son incontestables y demuestran que el golpe asestado ha dejado a muchos negocios de la provincia casi sin clientes y en la cuerda floja. La pandemia los dejó a cero durante meses, el verano apenas les dio tregua, y el invierno y las nuevas restricciones amenazan con llevarse por delante a algunas de estas empresas. De hecho, más de 400 no han podido aguantar más y eso ha provocado que la cifra de compañías inscritas en la Seguridad Social en Castellón sea de 18.626 (en esta estadística no están los profesionales autónomos), frente a las 19.050 del pasado mes de febrero.

A diferencia del 2008, la crisis de ahora ha golpeado fundamentalmente al sector servicios y, de hecho, en Castellón es la rama de actividad que más empresas pierde. Ocho de cada diez negocios que han echado el cierre en los últimos nueve meses pertenecen a un sector que engloba a bares, restaurantes, tiendas o peluquerías. La industria y la agricultura resisten más y la construcción (el principal damnificado en la anterior recesión) gana incluso negocios.

El Desplome de la contratación

Las consecuencias inmediatas de la desaparición de estas empresas son dos: la primera es el aumento del desempleo y, la segunda, el desplome de la contratación. En Castellón, el 2020 se ha cerrado con 5.605 parados más , lo que deja la cifra total de demandantes de empleo en 43.193, el peor dato desde el 2016. Y con las contrataciones ha ocurrido algo similar: de enero a noviembre del 2020 se firmaron en la provincia un total del 153.317 contratos, 57.017 menos que en el mismo periodo del ejercicio anterior. Y un apunte más. En diciembre, un mes tradicionalmente bueno para el empleo por la cercanía de la campaña de Navidad, los acuerdos laborales cayeron casi un 7%.

A la patronal y a los sindicatos de Castellón esos datos no les sorprenden en nada y avisan que sin ayudas directas el panorama puede ser todavía más desalentador. «Ante la extensión en el tiempo de la crisis sanitaria y las nuevas restricciones, consideramos urgente prorrogar los ERTE y acompañar a empresas y trabajadores con medidas acordadas en el marco del diálogo social que eviten el cierre de negocios y contribuyan a mantener el empleo mientras esta situación se prolongue. Sin ayudas directas los sectores más afectados no podrán hacer frente a la situación», dice Miguel Ángel Javaloyes, secretario general de la CEV.

Lo peor de todo es que vienen más turbulencias. El Banco de España alerta que la tercera ola de la pandemia amenaza la situación financiera de muchas empresas, que ahora ya es muy delicada. Es más, el supervisor estima que entre el 6 y el 10% de las compañías serán inviables por el impacto de la crisis del covid. O lo que es lo mismo: hasta una de cada diez está abocada al cierre porque, además de no poder hacer frente a los pagos, tampoco van a ser rentables en los próximos años.

LOS GRANDES PERJUDICADOS

El sector servicios es el gran damnificado por la crisis, y las empresas de hostelería y comercio son las que peor lo están pasando. Y las restricciones que entraron el pasado jueves en vigor, y que limitan todavía más los aforos y los horarios, van a suponer la puntilla. «Tenemos que cerrar a las 17.00 horas y solo con almuerzos y comidas no sé cómo vamos a salir adelante. Los números no salen», explica el propietario de un bar del centro de Castelló. La asociación de hosteleros Ashocas ya ha avisado que el sector se desangra. «Los hosteleros de la provincia ya no aguantamos más, vamos a morir de hambre y nos están arruinando», asegura el presidente de la entidad, Álvaro Amores. Mientras que desde Ashotur aseguran que los empresarios se sienten «criminalizados» y lamenta que, hasta el momento, no se hayan atendido sus llamadas de socorro. Igual de mala es la situación por la que atraviesan algunos pequeños comercios. Con la reducción de aforos al 30%, las tiendas temen que la campaña de rebajas sea la más floja de la historia. Y todo tras una temporada muy mala para el sector, afectado por un consumo familiar que va a la baja.

Y mientras tiendas y bares ven como sus ingresos se desploman, el Consell prepara una nueva linea de subvenciones. El president, Ximo Puig, ya ha anunciado un paquete de ayudas para los sectores afectados por las últimas restricciones covid en la Comunitat Valenciana, unas prestaciones que se definirán en los próximos días en colaboración con los propios sectores. Será entonces cuando se concrete la cuantía de las ayudas y los requisitos que habrá que cumplir para tener derecho a ellas.