El 5 de diciembre del año 2004, falleció en Castellón uno de los seres humanos más significados de quien en esta ciudad toma la palabra cuando es necesario, del que daba un paso al frente en su ofrecimiento a los demás, el que abría los brazos para acoger todo aquello que es más querido y más sentido por nuestras gentes. Me refiero, naturalmente, a ‘Quiquet de Castalia’, Francisco Vicent Doménech. Y con él, antes y entonces, estuvo siempre su amor, Chelo Aguilar, a la que me permito convertir en protagonista hoy de ‘mi serie’ de seres humanos de Castellón, titular de la página.

No hay grandes alteraciones en la historia, todo transcurre con normalidad. Lo es el que, en 1964, Chelo, que vivía entonces en Barcelona, fue nombrada por los dirigentes de la Casa de Valencia en la capital catalana, como representante de los castellonenses de allá en las fiestas de la Magdalena, con la denominación de gaiatera. Así venía ocurriendo cada año. Una costumbre, un ritual, que tanto en Barcelona como en Madrid hay gentes nuestras que se agrupan para seguir viviendo la Magdalena desde sus nuevos emplazamientos vitales, aunque siempre con Castellón en el corazón. Y, desde allí, también cantan lo de “Anem, anem, anem a la processó…”. Añoran y buscan los pañuelos y las cintas verdes.

CASTELLONERIES // Mientras Chelo se ponía la banda verde de gaiatera, ‘Quiquet’ ya pertenecía a la Junta Central de Festejos, como yo. Aún no había creado la revista Castelloneries, impresa y radiada, pero se había acercado a la obra y las voces de personajes como Pepe Barberá Cepriá y Miquel Peris Segarra. Y estaba empezando el camino de su vida para pasar por la Caja Rural Provincial, la Germandad dels Cavallers de la Conquesta y el Club Taurino, por la Cofradía de la Mare de Déu del Lledó y sus Pal.liers y la de Santa María Magdalena, la Coral Vicent Ripollés hasta convertirse en Guillem de Mont-rodó en la Milicia Templaria, y fue uno de los que dieron impulso a la ‘Serenata’ que llega a los cielos desde el mes de mayo de cada año…

No es raro que Paco ‘Quiquet’ y yo coincidiéramos en los afanes magdaleneros. Yo había heredado en la emisora de la Ser la dirección de la revista Gaiata. Y después pasó a manos de ‘Quiquet’, antes de llegar a Paco Pascual. Y casi al compás, creó la revista hablada Clima. Aunque lo decisivo había ocurrido cuando formó parte de la comisión para recibir y hacer los honores en la estación a quienes venían de Barcelona. Y él fue quien entregó el primer ramo de flores a Chelo, la que venía a Castellón como gaiatera.

LA VIDA // El 29 de abril de 1943 y en la popular calle del Obispo Caperó, nació Chelo, hija del funcionario del INP José Aguilar Giner y de la castellonera María Aparici Benedito. Este matrimonio fueron padres de seis hijos y Chelo fue la mayor. Su hermana pequeña Montse, ya nació en Barcelona, donde el cabeza de familia había sido trasladado como funcionario del Instituto Nacional de Previsión con otros compañeros para la nueva gran sede catalana de un organismo, de mucho relieve en aquellos años. Y la familia completa se fue allá, claro. Todos los que accedieron desde distintos puntos de España, fueron ocupando viviendas a modo de bloques ubicados en la Avenida del General Sanjurjo --ahora es de Pi i Margall--. Con raíces familiares en Morella y Forcall, los niños Aguilar Aparici nacieron en Castellón. Chelo añoraba en un principio aquellos años de colegiala tanto en Las Aulas cono en la Enseñanza y el recuerdo personal de aquellas primeras maestras, doña Rosita y doña Sofía Nebot, doña Tonica Rallo y especialmente doña Encarna Torlá, aunque nunca ha podido olvidar aquellos festivales de ‘Diezmos y Primicias’ en la plaza Mayor, donde bailaba y cantaba ya con gran estilo. El arcipreste don Joaquín Balaguer, era el promotor y artífice de la brillantez de aquellos actos, tan queridos y populares.

EN BARCELONA // Ya en Barcelona, Chelo fue al colegio de Santa María de Gracia, con monjitas de la Caridad de San Vicente Paúl. Y, desde un principio, formó parte tanto del grupo de teatro como del coro del colegio. Allí ya se percató de que sus aficiones y sus cualidades, la invitaban a ser feliz recitando poemas, interpretando teatro y, sobre todo, cantando como solista en los coros escolares, tanto en los públicos como en los puramente privados.

Había castellonenses en el entorno de aquella avenida de Montserrat y la plaza de Sant Elíes y la familia Aguilar se movió entre ellos. A los 20 años, empezaba a vestirse de castellonera y poco después ya vino a Castellón como gaiatera de honor. En la entonces llamada nuestra estación “del Norte”, recibió de manos de Francisco Vicent, en nombre de la Junta Central, el primer ramo de flores. Y el 13 de mayo de 1966, ya se casaron en Lledó, con el mítico mossén Amorós como sacerdote oficiante. Poco a poco, irían llegando los hijos, Lledó, Magda y Jaume. Y los nietos, María, Joan, Lledó, Mar, Nuria, Balma y Clara. Me dice Chelo que por todos se desvive y, fijaos, que todos cantan. Y todos muy entonados. Cada comida familiar, se termina cantando. Al igual que hacían sus padres, sus tíos, sus hermanos…

CARRERA MUSICAL // Chelo recuerda en cada circunstancia de su vida la Nadala Primerenca, de Matilde Salvador y Miquel Peris. Y el magnificat de la Mare de Déu de Lledó, conocido como El Càntic de Maria. Son sus piezas preferidas, aunque hay otras muchas que también la hacen feliz una y otra vez, desde iglesias y escenarios.

Pero la verdad es que empezó recitando poemas también en los programas Castelloneries y Clima, de ‘Quiquet’, su marido. Y cuando Jaume cumplió los dos años, ella ya se incorporó a aquella singularísima Coral Vicent Ripollés cuando todavía se llamaba Coral Polifónica Castellonense, creada y dirigida por don Juan Ramón Herrero, con ‘Quiquet’ de presentador y ‘relaciones públicas’. Sin perder comba, se incorporaron con el tiempo sus dos hijas, Lledó y Magda. Al fallecer mossén Herrero, pasó a ser director el coralista Manuel Torada.

Un día, apareció el erudito musical Avel.li Flors y Chelo se incorporó a su grupo como solista, especialmente cuando intervenían en las misas especiales, sobre todo en Santa María, interpretando con gran éxito los Nocturnos, de Mozart, y otras piezas de temáticas religiosas, que tanto acercan a la amistad y la plenitud interior, con aroma espiritual.

Ah, bueno, que no se nos olvide. Algunos nietos van a comer a su casa cada día y eso hace felices a todos. Y, ahora, descubre el placer de las labores de costura, olvidando que de niña no le hacían mucha gracia. Ahora sí. H