Desde que a mediados de abril se creó el Fondo Diocesano ante el Covid-19 por iniciativa del obispo de Segorbe-Castellón, Casimiro López Lorente, la comisión de seguimiento ha podido constatar una evolución en los efectos de la pandemia. Si durante las primeras semanas la principal petición era de alimentos, a medida que se recupera una cierta normalidad afloran otras necesidades.

La dificultad para adquirir productos de primera necesidad es la «punta de un iceberg» que puede llevar a una situación «dramática» a muchas familias: la crisis sanitaria pone de manifiesto la precariedad relacionada con la vivienda, el pago de suministros y el acceso a ayudas, informó la Diócesis.

En junio, las solicitudes de las Cáritas parroquiales e interparroquiales al fondo se centraron en ayudas para pagar el alquiler, cuotas de vecinos y recibos de luz y agua. María Elena García, técnico de Cáritas y portavoz de la comisión de seguimiento, explica que al inicio «los equipos parroquiales estaban muy absorbidos por cubrir necesidades básicas, y no podían sentarse con calma con las personas para ver otros gastos importantes que estaban ahí. Al ir pasando las fases, se ha visto la llegada de más peticiones de alquileres y suministros».

El perfil del usuario también cambia. Al inicio había trabajadores en ERTE que no habían recibido las ayudas, y ahora también personas en situación administrativa irregular.