Las peleas comerciales entre las potencias mundiales pueden acabar generando damnificados inesperados. Esto mismo es lo que le ocurrió a la citricultura de Castellón el pasado otoño. La empresa aeronáutica Airbus recibió ayudas europeas y la respuesta de Estados Unidos, en defensa de los intereses de la compañía Boeing, fue elevar los aranceles a un amplio listado de productos del viejo continente. Entre ellos, los cítricos.

La barrera del 25% impuesta por la administración Trump hizo inviable la comercialización, y en la pasada campaña no se dio continuidad a las ya habituales cargas de clementinas de la provincia con destino al otro lado del Atlántico a través de PortCastelló. Ahora, el Comité de Gestión de Cítricos recuerda que el origen de este problema ha quedado resuelto, y por tanto insta a Madrid y Bruselas a que tomen cartas en el asunto y logren un acuerdo para la retirada de los aranceles.

La nueva presidenta del comité, Inmaculada Sanfeliu, reclama a las instituciones española y comunitaria acciones «al más alto nivel para acelerar la reapertura y poder retomar las exportaciones afectadas así como los envíos de mandarinas y naranjas al comienzo de la próxima campaña, ya en septiembre, con las clementinas precoces». Si no se interviene con rapidez, «será complicado que los operadores puedan organizar la logística necesaria para negociar nuevos programas de suministro a Estados Unidos», argumentan desde la asociación, que concentra el comercio privado de este cultivo y cuyos socios también explotan una elevada superficie de producción citrícola.

La oportunidad que se plantea se debe a que la Organización Mundial del Comercio declaró ilegales las ayudas a la aeronáutica europea, a las que ya ha renunciado la compañía. Al desaparecer el argumento esgrimido por el Gobierno norteamericano, quieren abrir una vía de oportunidad. Por ahora, la Unión Europea estaría dispuesta a trazar una solución.

PRECEDENTE / No es la primera vez que los cítricos sufren las consecuencias de las discrepancias entre naciones. Un caso notable fue el de Rusia. La posición europea en la guerra de Crimea, en el año 2014, hizo que este país impusiera unilateralmente un veto a los productos agroalimentarios que aún hoy se mantiene. Hasta ese momento, las ventas al mercado ruso ocupaban el podio de los países extracomunitarios.

A todos estos frentes se suma el brexit. De no haber un acuerdo entre la Unión Europea y el Reino Unido, las mandarinas españolas tendrían un arancel del 16%, y del 10% máximo para las naranjas.