Desde las lejanas alturas del ámbito estatal hasta el cercano territorio municipal, pasando por el autonómico y (en su caso) provincial, el inicio, por fin, de una legislatura con Gobierno en España supone además el pistoletazo de salida para los procesos de renovación de cargos en los partidos, para los que los resultados de las urnas también pesan.

Tradicionalmente, tras las elecciones generales --en esta ocasión han sido dos, y hay un año de retraso-- las formaciones políticas convocan sus cónclaves nacionales, a los que siguen los autonómicos, provinciales y locales, en los que se modifican o ratifican estatutos y composición de sus órganos de gobierno.

afilar las armas // El cierre de las urnas en junio deja un panorama en el que son cinco los partidos que se reparten el pastel de las instituciones, alejado ya definitivamente el histórico eje a dos. Son aquí PP, PSOE, Compromís, Podemos y Ciudadanos. Desde distintas posiciones y con matices muy diversos, en el seno de todos ellos se afilan armas cara a lograr el control de sus formaciones, mantenerlo o, incluso, tratar de evitar que se produzcan procesos de renovación para impedir eventuales revueltas indeseadas por los líderes de hoy.

Capítulo aparte supone la grave fractura de Esquerra Unida que, casi sin presencia institucional, está ahora en pleno proceso de batalla por el poder.

líderes territoriales // Como muestra de la carrera ya iniciada, precisamente ayer el líder del PSPV, Ximo Puig, admitió que los ciudadanos han «mandado» a los socialistas «al rincón del pensar», y reiteró su posición contraria a un congreso de urgencia en el PSOE. Mientras, el secretario provincial de su partido en Valencia, José Luis Ábalos, defendió todo lo contrario y exigió junto a su ejecutiva un cónclave inmediato.

Por su parte, la lideresa del PPCV, Isabel Bonig, dejó en un segundo plano el proceso congresual y situó la prioridad en hacer su proyecto «cada vez más grande» y «ser la alternativa». H