Dos paranyers más alertaron ayer de «destrozos» en sus instalaciones. En total, ya son cinco los aficionados que han denunciado ante la Guardia Civil haber sufrido «daños» en sus paranys. Se trata de dos aficionados de Traiguera, por lo que esta localidad del Baix Maestrat ha padecido tres altercados, según los datos conocidos hasta el momento. También se han registrado dos incidentes más en Vinaròs y Sant Rafael, como avanzó ayer Mediterráneo.

«Estuve el sábado allanando la tierra de los olivos, comí allí y me dejé un cuchillo. Ha sido al ir a recogerlo cuando he visto lo que había pasado», narró Pablo Pepió, vecino de Traiguera que acude con asiduidad al parany que mantiene cuidado, porque lo ha conocido toda su vida, sus abuelos «ya lo tenían». «Me encontré la puerta y la escalera rotas, botellas de agua abiertas encima del colchón de la caseta que tenemos allí. Estamos muy disgustados», aseguró este aficionado, quien ayer mismo denunció los hechos ante la Guardia Civil.

«Estamos muy preocupados. Ahora cuando vaya al parany lo haré de día y con la escopeta, porque tengo miedo, no sé qué me voy a encontrar allí», aseguró.

Pepió sospecha que detrás de los cinco ataques al parany registrados en el Maestrat está el mismo grupo, aunque desconoce la autoría y asegura que hay «alarma» en la población por lo ocurrido en los últimos días.

«EN GRUPO»

Esta misma creencia la sostiene Pau Morralla, de 31 años, quien ha sufrido daños en el parany que tiene en Vinaròs. «Tras la alerta que dieron los paranyers de la comarca por actos vandálicos fui a la finca y vi que a mí también me habían entrado. Me han roto las 92 varitas que tenía con una tijera de podar eléctrica, porque los cortes son limpios», comentó. «Seguro que iban en grupo y preparados para destrozar los paranys. No hay derecho porque yo lo arreglo en recuerdo de mis antepasados, lo mantengo durante todo el año, porque no cazo allí, sé que no puedo», aseguró este afectado.

PREOCUPACIÓN

Una preocupación que refrenda el alcalde de Traiguera, Javier Ferrer. «Nosotros, como Ayuntamiento, apoyaremos siempre esta modalidad cinegética con los controles necesarios, porque es una tradición muy arraigada en nuestra localidad, donde habían cerca de 100 paranys», explicó el primer edil, quien aboga por encontrar un marco legal que permita homologar el llamado cesto malla con el objetivo de recuperar la idiosincrasia de esta práctica.

Desde la asociación de paranyers Apaval lamentan el «acoso» que sufren y reclaman una solución que les permita salir de la clandestinidad, tras 14 años.