Cruz Roja convirtió ayer el entorno del Palau de la Festa de Castellón en un gran campo de refugiados en un simulacro en el que participó más de un centenar de personas, donde no faltaron voluntarios y figurantes que interpretaban su papel de desplazado, servicios sanitarios, personal de Naciones Unidas, miembros de la seguridad, controles y los servicios administrativos de ayuda al inmigrante.

"Debemos estar preparados porque cualquier día nos puede tocar. La presión del fenómeno de los refugiados es enorme y Europa debe estar prevenida para atender a esta gente en las mejores condiciones posibles", según el coordinador del campo y voluntario de Cruz Roja, Eduardo Arriaga, para quien España es, con toda seguridad, "el siguiente punto de entrada de quienes huyen de las guerras".

Arriaga indicó que "Castellón está preparada para cualquier contingencia de este tipo y el simulacro nos permitirá mejorar en muchos aspectos", dijo el responsable de un operativo que movilizó una decena de vehículos especiales, como una potabilizadora móvil, hospitales de campaña, zona de triaje para derivar a los recién llegados, la ayuda psicológica, atención a las familias con la reunificación de todos sus miembros, apoyo y asesoramiento legal y administrativo, servicio médico, manutención y, sobre todo, una especial dedicación a la situación de los más pequeños.

En el simulacro de Cruz Roja participan directa o indirectamente todas las administraciones. El nuevo director territorial de Presidencia de la Generalitat, Adolf Sanmartín, se estrenó en su cargo con una visita en la que alabó el trabajo de los voluntarios y resaltó "el compromiso de las instituciones para ayudar a los más desfavorecidos", resaltó.