con la primera celebración de Sant Antoni en la Basílica de Lledó el domingo último, ya desde el siglo XIV, según los documentos oficiales, se festeja al patrón de los animales. Unas fiestas populares que esconden en su seno antiguos rituales dedicados al santo de la Tebaida, nacido en Coman, en el año 250 y muerto a la edad de 106 años. Fundador de anacoretas, trabajador incansable y santo de especial devoción y popularidad reconocida. Es patrón de los cesteros, tejedores, los taberneros, los carniceros y los enterradores. Un ingente número de poblaciones de las comarcas castellonenses le honran con un esquema general de actos y con sus particularidades locales.

El árbol y el fuego constituyen el eje central de la fiesta en las diversas poblaciones de la provincia, pero no menos importante es la presencia de los animales --sobre todo los de labor-- y la rica gastronomía festiva. Y también otros actos como son las competiciones (curses per la joia), las llamadas relacions (críticas jocosas, aunque no exentas, a veces, de ironía), el teatro (la Vida del Sant), o representaciones (el Alto de Vilafranca, La Ajustada, sainetes), los desfiles, la presencia de demonios festivos (botargas), juegos (botets) de Forcall, l’agarrà del gallo las carreras de burros de Borriol, el tropel de Vilanova) envuelto todo por la luz y el calor del fuego. No puede faltar la celebración religiosa con una misa, cantos de gozos y la procesión, así como la bendición de animales, las pastas, etc. Desde el llano a la montaña, un camino ígneo recorrerá los distintos pueblos endulzados con la rica repostería en la que priva el rotllo con matalahuga y diversas especialidades como coqueta, rotlleta, cascaranya, pastisset, casqueta, prim, prima, figues albardaes, etc., de extraordinario y típico sabor.

También difiere la fiesta en cuanto al acarreo de la leña, bien desde el campo o en paseo urbano (róssec, en carro, matxà…) o con respecto al elemento personal (botargas, demonios, santos) o mayormente animal, según las zonas geofestivas.

tradiciones perdidas

Es evidente también la pérdida de actos como el paseo del cerdo por las calles de las localidades en demanda de comida como cuestión de caridad, cuyo importe de la venta se destinaba a hospitales o pobres en el siglo pasado. En algunos pueblos la recaudación para la fiesta se hace por medio de las tranzas, subastas, rifas o gestionando la cofradía los gastos por cualquier otro procedimiento. De lo que no cabe la menor duda es que la celebración de Sant Antoni goza hoy de creciente popularidad.