Llegó el momento, el día en el que el Castellón debe poner fin a su maleficio de siete años en Tercera, a la que se vio arrastrado por la punible gestión, no por sus (de)méritos deportivos. A diferencia de lo que sucedió en 2015 frente al Linares en el mismo escenario (tenía que remontar un 1-0 en Castalia) y un año después en Gavà (lastrado por el 2-2 de la ida y el 2-0 de la primera parte, aún tuvo un penalti, en la tanda, que hubiese puesto fin a su particular infierno), esta vez llega con la ligera ventaja que le otorga el 1-1 de Portugalete, junto a un estadio que se encamina hacia el lleno y un albinegrismo sin fisuras para, desde las 20.45 horas (Televisión de Castellón Mediterráneo), tratar de culminar, por fin, el regreso a la Segunda B.

Los números hablan de que las tres últimas décadas del Castellón han estado marcadas por cuatro descensos y solo un ascenso, el de hace 13 años a Segunda A. De la élite, a la cuarta categoría del fútbol español. Un periodo de tiempo terrible, especialmente desde el 2011, con el futuro del club pendiente de un hilo, protagonista, de forma cíclica, de noticias humillantes: el propio descenso administrativo, la huelga de futbolistas por los impagos, asaltos a golpes al palco, múltiples procesos judiciales abiertos... Pero ahí, aguantando de todo, ha estado la afición, en esa mezcla, llegados a este punto, entre la euforia más o menos contenida y el temor a otro varapalo mayor, por ejemplo, que el de hace dos veranos en La Bòbila.

JUGAR, COMPETIR, GANAR

Estamos hablando de que esto es algo más que fútbol y la posible vuelta a la categoría de bronce, más que un ascenso. Por todo lo que ha quedado expuesto en el párrafo anterior, un corto resumen de lo que ha sido la historia más reciente del Castellón que no es capaz de acercarse, ni por asomo, a reflejar las penurias sufridas, uno apela a cuestiones más allá de las deportivas. No se trata de merecerlo, sino de alcanzarlo. No importan las formas, sino el fondo. Si con suerte, jugando mal y/o con un penalti en el descuento (incluso si es injusto). Las finales se juegan y se compiten, pero sobre todo se ganan. Y los albinegros puede que ni siquiera necesiten hacerlo, puesto que el 0-0 también les vale para ascender.

ÚLTIMO ONCE

Escobar terminó de preparar este sábado el partido, con la presencia de Vicente Montesinos. El almazorense amplió la convocatoria a 22 (incluyendo a varios jugadores que han estado la temporada a lomos del primer equipo y el B). No está, como hace siete días, Kike Ferreres, así que el entrenador cuenta con los mismos mimbres que en Portugalete. Pero como no le interesa que el encuentro tenga el mismo cariz que hace siete días, hará cambios. En el once, menos físico, tendrá cabida Cristian Herrera, seguramente en detrimento de Nuha. Abraham o Enrique en el lateral derecho y el futbolista para el carril izquierdo (Marenyà o uno más específico de banda) son las otras dos dudas aparentes. El Portugalete pierde músculo y jerarquía sin el mediocentro Mikel Cubería (sancionado).

El Castellón jugará no con 12, sino con más de 15.000. Las taquillas abrirán a las 10.00 horas para vender las últimas entradas, con gol norte y tribuna agotadas.