Sergi Escobar tenía muy claro cuando llegó al CD Castellón que David Cubillas necesitaba un compañero de viaje en la delantera del equipo diferente a los atacantes que tenía. Se decidió dar la baja a Nico y Fonte. Pero faltaba fichar a otro ‘9’, aunque no un ‘9’ estilo Cubigol, sino uno de esos arietes con movilidad, que se dejan caer a banda, que se fabrica las jugadas y que tiene, además, mucho, pero que mucho, gol.

En el club tenían en cartera a Raúl González, del Ontinyent de Segunda División B, y a Carlos Esteve, por aquel entonces en el Toledo (2ª B), pero el míster pidió a los responsables de la entidad que su delantero era Cristian Herrara. Sí o sí, esa fue su apuesta. Y el tiempo le está dando la razón.

TODO RODADO // El atacante catalán estaba en el Alzira y llevaba 14 goles, y a finales de enero, a cambio de 10.000 euros, se produjo el traspaso. Y el goleador cayó de pie en Castalia. Tras debutar en Almassora, disputó los últimos 35 minutos, estrenó titularidad en Castalia ante el Crevillente y rubricó un gol y las dos asistencias del 3-0 final.

Sin duda, mejor estreno imposible. A partir de ahí, sus números hablan por sí solos. Acumula 4 goles en 8 encuentros (seis de ellos como titular), con un total de 580 minutos en liga.

El futbolista analiza para Mediterráneo cómo han sido sus priomeros dos meses en la capital de la Plana. «Cuando llegué no pensaba que me iba a ir tan bien en el Castellón y que tendría tanta importancia en el equipo», opina.

El catalán creía que le costaría más entrar en el selecto grupo de los fijos para Escobar. «La verdad es que en el Alzira era la referencia, pero en el Castellón la plantilla es espectacular, con jugadores de calidad y de superior categoría, de esos que marcan diferencias. Por eso tenía mis reservas sobre cuánto podría jugar. Pero he aprovechado las oportunidades desde el primer día y todo va genial», reconoce abiertamente.

Además, Herrera ha conseguido cambiar la opinión de quienes le veían incompatible con Cubillas: «Cubi y yo hemos demostrado que somos compatibles, al igual que con el resto de atacantes. Somos un gran bloque».

El de Santa Coloma de Farners (Girona) marcó 14 tantos en el Alzira y suma 4 como orellut, 18 en total que le convierten en el Pichichi del grupo VI. No en vano, tras lo visto hasta ahora, cree que podría alcanzar una cifra importante de tantos: «Me gustaría llegar a 25 goles y celebrar el ascenso, esto último principalmente».

Para ello, para lograr el objetivo de toda la entidad, considera que «el secreto está en la unión del vestuario». «Aquí los compañeros te lo ponen todo más fácil, tanto dentro como fuera del rectángulo de juego. Nunca hay una mala cara, juegue quien juegue», reconoce el Killer albinegro.

LA PIDEN AUTÓGRAFOS PORLA CALLE // Cristian Herrera ha vivido muchas situaciones rocambolescas en el mundo del fútbol. Pese a solo tener 24 años —Santa Coloma de Farners (Girona, 29-03-1994)—, el ariete albinegro ha pasado de brillar en una de las mejores canteras del mundo, la del FC Barcelona, en la que estuvo 9 años, a quedarse sin ficha en el Gavá (2ª División B) y tener que buscarse la vida él mismo para recalar en un equipo medio de Tercera División, el Alzira, pasando por Suiza.

El gironí se formó en La Masía del Barça, donde llegó en alevines y se fue tras su tercer año de juvenil. Allí coincidió, entre otros, con Leo Messi, evidentemente no en el mismo equipo, pero incluso ambos rodaron un spot publicitario.

Tras su etapa culé lo fichó el Villarreal, donde estuvo dos temporadas en el C, debutando la segunda en el B, en Segunda B. La siguiente campaña salió al filial del Nàstic (La Pobla de Mafumet) en 2ª B, y de ahí al Gavá, de la misma categoría, el pasado ejercicio. Pero tras una grave lesión se quedó sin ficha en diciembre y se marchó a Suiza (Oberwallis Naters, 3ª División).

Y este año comenzó en el Alzira casi como un desconocido. Pero a base de goles fue llamando la atención. Sergi Escobar ya lo conocía y apostó por él.

Y en Castellón las cosas le están bien. En especial, Herrera está sorprendido con el tirón social del club de Castalia. «Alucino con la pasión que hay por el club en la ciudad. La gente me para por la calle y me pide fotos e incluso autógrafos», explica, añadiendo que «ya me quedo atónito cuando me reconocen, pues imagínense lo que se siente cuando te piden una foto». «Solo por ese cariño que nos dan les debemos el ascenso», finaliza.