Aunque por momentos lo parezca, la permanencia del CD Castellón no es todavía misión imposible. De hecho, asoma un precedente similar en la misma categoría, en su historia reciente. Como ahora, en la campaña 2005/06 el Castellón era un recién ascendido, volvía a Segunda tras un largo periodo fuera del fútbol profesional, se pasó casi todo el año en zona de descenso y cambió de entrenador en busca de una mayor solidez defensiva. El Castellón de Pepe Moré, a estas alturas de la temporada, también parecía abocado al descenso, pero tras salvar una situación delicadísima a finales de febrero, firmó una espectacular remontada en la tabla. Del milagro de Pepe Moré se cumplen quince años.

La película de aquel Castellón tuvo hasta banda sonora. Sobre la pegadiza melodía del Help que popularizó Tony Ronald, se adaptó una letra en los fondos de Castalia. La grada confesaba que ponía toda su fe en el bigote de Pepe Moré. El entrenador catalán, ya jubilado, mantiene en la distancia su habitual discurso sereno y reposado. Asegura conservar un «recuerdo muy bueno del club y de la ciudad», y «en especial de la afición», que no solo le dedicaba canciones al mostacho. «Apretaba mucho y seguro que ahora el equipo la echa de menos», dice Moré, señalando la primera de las diferencias actuales, pandemia mediante, respecto a aquella temporada.

La otra diferencia apunta al mercado de invierno, donde el Castellón acertó básicamente con la llegada del zaguero Aurelio y el delantero Tabares, que mejoraron sus parcelas y también a sus compañeros. «Entendí que el equipo necesitaba más experiencia y los dos nos dieron un punto más de tranquilidad en el campo que benefició a todos», explica el técnico.

Moré subraya la palabra «tranquilidad» en su discurso, máxime en una situación de nervios en el club y su entorno por un más que posible descenso. «No soy quien para dar consejos, pero es fundamental mostrar ambición durante los partidos sin caer en la desesperación y, aunque te estés jugando la vida, mantener la cabeza fría», argumenta. Así mantuvo el «ánimo» de la plantilla: «Aun en descenso, la poca moral que tuviéramos había que mantenerla, aunque hubiera poco margen de tiempo».

solidez / Emilio Isierte era el segundo entrenador. «Pepe llegó con una idea muy clara: adaptar al equipo a la realidad de la Segunda División», resume. La obsesión del cuerpo técnico pasaba por ser cada semana «más sólido, más fuerte y más físico, más difícil de ganar». Aquel Castellón se reconstruyó «desde atrás» y «aunque al principio nos costó, el míster fue encajando las piezas poco a poco, primando el bloque, y la reacción del equipo fue sensacional».

En la memoria asoma el momento clave de aquella temporada. «Claro que me acuerdo», admite Moré. El Castellón acabó febrero perdiendo ante el Ciudad de Murcia. Era la jornada 26, igual que ahora, y los orelluts estaban a cinco puntos de la permanencia, uno más que hoy en día. El partido siguiente estuvo cerca de quedar descolgado. Fue perdiendo en Tenerife hasta la última jugada. Con 1-0 en el marcador y un hombre menos por la expulsión de Dealbert, el japonés Kenji Fukuda provocó un penalti salvador contra un rival directo. Raúl Sánchez anotó el empate y el Castellón hizo lo que mejor se le dio aquel curso: sobrevivir. «Éramos un equipo superviviente, muy trabajador, y en cada situación límite el equipo respondía dando el máximo», asevera Emilio.

inflexión / A partir de aquella tarde de Carnaval en Tenerife, el Castellón fue otro. Moré moldeó un once tipo para la recta final, con futbolistas que a priori no estaban en los planes. El cuerpo técnico tomó decisiones de riesgo, como darle la portería a Raúl Jiménez («no pensamos si era el tercer portero, si rendías, con Pepe jugabas, y él rindió», indica Emilio), o escorar a Zamora al lateral en busca de «más poderío en el juego aéreo y la pelota parada». Moré encontró el equilibrio en su once favorito de la segunda vuelta, con Raúl en la portería; Zamora, Dealbert, Aurelio y Casablanca en la zaga; Miguel y Rodri en el medio; Zafra y Xavi Moré en las bandas, con Jonan escoltando al delantero, que fue Tabares en el último tramo.

Desde el empate en Tenerife, el Castellón solo perdió tres partidos y finalizó 12º. Cualquiera que no lo viviera y simplemente mire hoy la tabla, podría pensar en un año tranquilo, pero nada de eso. «Sufrimos, pero con la afición sufrimos juntos y, por tanto, menos», comenta Emilio, recordando desplazamientos masivos a Albacete, Madrid o Elche. «En esas situaciones siempre se pasa mal, pero mi recuerdo hoy es que disfruté mucho durante ese tiempo», remata Moré. «Ojalá encuentren ahora el camino», concluye. Ellos ya encontraron el suyo.