Quesos de Almassora, clemenules del terreno, deportistas de élite, el Museu del Joguet más grande de la Comunitat Valenciana, una Vila BIC... y, desde este mismo mes, punteros en investigación cerámica. Tengo la inmensa suerte de presidir un Ayuntamiento que recoge el trabajo de distintos sectores y puede presumir de situarse a la vanguardia en tantos campos que proyectan futuro. El del azulejo no se queda atrás. De hecho, está en el puesto de salida gracias a la reconversión del edificio fantasma construido por el Partido Popular en 2010 en Instituto de Tecnología Cerámica (ITC).

Los valencianos pagamos 2,4 millones de euros por este bloque que iba a ser referencia en no sé cuántas disciplinas, entre otras la de los frutos secos, y que sin embargo nunca se inauguró. Así funcionaban las cosas hace algunos años, cuando lo importante era construir y no para qué. Y con dinero de todos, por supuesto, aunque ahora parece que se han olvidado de que se dejaron un bloque porque sí en la nada.

Las cosas han cambiado y este mismo mes, aquel edificio todavía lleno de precintos e insectos campando a sus anchas, se ha convertido en un pionero centro de investigación cerámica que nos sitúa a la vanguardia del I+D+i en el desarrollo de un producto de calidad. Un producto hecho en Almassora. Y esa es una etiqueta de la que no todos pueden presumir. Así iniciamos la primera feria de Cevisama con este edificio a pleno rendimiento que ya desarrolla proyectos estratégicos para las empresas, les ofrece asesoramiento tecnológico y servicios técnicos, además de productos semielaborados y acabados y de cursos de formación.

Que el edificio dejara de ser ‘fantasma’, además de hacernos olvidar la vergüenza en la gestión de lo público de nuestros antecesores en el gobierno autonómico, ha sido nuestro mayor reto en apoyo de la industria cerámica a lo largo de 2018. No en vano, que se haya convertido en centro de investigación permite crear empleo de calidad en Almassora, bien remunerado y permanente en el tiempo. El ITC ha llegado para quedarse y es un auténtico honor que sus dirigentes aceptaran la intermediación que les ofrecimos con la Generalitat Valenciana para hacer uso de lo que no era más que un edificio camino de la degradación por su abandono.

Ahora que Almassora se ha convertido en centro de referencia de la investigación queda un largo camino por delante para seguir apoyando a las industrias cerámicas y auxiliares, sin duda beneficiadas también por otra de las iniciativas de este equipo de gobierno: las ayudas a la rehabilitación de viviendas, a las reformas por accesibilidad y a la eficiencia energética. Soy una firme defensora de las políticas de bonificación fiscal en estas obras en viviendas privadas porque estoy convencida de que benefician directamente a los constructores locales, a las pequeñas empresas que trabajan sin descanso para subsistir, y también a la industria auxiliar profesional que se reinventa día a día.

Sin duda, ejemplo de ello será su participación en la obra Som Ceràmica, concurso provincial que ganamos con un proyecto para la rehabilitación de la plaza de la avenida de Borriana dentro del Plan Cerámico de Regeneración Urbana. Así hemos logrado 135.000 euros para poner en valor el entorno degradado a la entrada hacia la Vila desde la CV-18 y la calle Del Riu. La imagen mejorará y lo hará con cerámica a 200 metros de la iglesia de la Natividad, en pleno casco histórico de Almassora, porque las administraciones públicas tenemos que ser ejemplo en la apuesta por el sector. Le traslado mis mejores deseos de que Cevisama 2019 sea el mejor escaparate de la marca ‘Hecho en Almassora’.