Era uno de los platos fuertes de esta edición de Cersaie y no defraudó, ganándose una sonora ovación a su término. El laureado arquitecto Norman Foster impartió ayer una lectio magistralis en el contexto de las actividades culturales paralelas de la feria, en la que concluyó lanzando una apelación a los cientos de profesionales que seguían su conferencia para que no pierdan de vista la potencia de la creatividad. Foster, en la ponencia 10 on 10: Ten Fosters and Ten others, explicó los 10 edificios que han marcado su trayectoria profesional, y cómo estas han guiado e influido en su obra, que no ha dejado de evolucionar. Los nervios de la catedral de Manchester, la proporción davinciana del Hombre de Vitrubio, la pasión por la mecánica y la tecnología, caso de los molinos de viento o los satélites, la integración de la edificación con el paisaje... han marcado una obra que se caracteriza por la ligereza de los materiales, la fuerza de la estructura, la luz natural --lo denominó «la arquictectura del cielo»--, la simplificación de las formas o la sostenibilidad, un factor presente en sus trabajos y que le lleva a concebir sus rascacielos y edificios públicos con mecanismos técnicos y estructuras especiales -forma helicoidal- para aprovechar los rayos de sol o las corrientes de aire menguando así el consumo de electricidad en la construcción. H