Casi 400 difuntos de la Vall d’Uixó cuyos restos reposan en el cementerio no ocupan el lugar que de forma legítima les habría correspondido de haberse cumplido estrictamente la ordenanza. Que el Ayuntamiento presidido por el popular Óscar Clavell decidiera simular un enterramiento falso para correr el turno y beneficiar a una tercera persona --que ocupó la sepultura más baja de la línea vertical-- motivó que desde ese momento (agosto del 2014) todas las adjudicaciones se hayan visto afectadas.

Y no sucedió solo una vez. Como ya se denunció en su día, aunque el caso más llamativo es el de la lápida falsa a nombre de Aitor Iureta Oteiza, existe constancia de que otro hueco --en este caso solo cubierto con la capa de obra habitual-- estaría en las mismas circunstancias y por idénticos motivos, por lo que se deduce que, por ejemplo, a todas las familias a las que desde hace más de cuatro años les tocó situar a sus seres queridos en la fila más alta de cada bloque, en realidad, les habría correspondido al menos dos espacios más abajo.

CONSECUENCIAS

Este es uno de los motivos por los que la concejala responsable de estas instalaciones, Francesca Bartolomé, durante la apertura el pasado lunes del nicho más mediático, incidió en la «gravedad de los hechos». El engaño ha afectado de forma indirecta a todos los usuarios del cementerio desde ese día.

Pero este no ha sido el único efecto colateral de que en agosto del 2014 --como una jueza considera probado-- el entonces alcalde, Óscar Clavell, ordenara dejar un hueco sin ocupar para que una matriarca gitana pudiera estar en la parte más inferior como habían solicitado sus familiares. Una vez el equipo de gobierno actual fue consciente de esta irregularidad, el funcionamiento del cementerio se endureció.

Un ejemplo de ello fue el que relató ayer a Mediterráneo un vecino que perdió a su padre ese mismo año --pocos meses antes de que se tapara el sitio de Aitor Iureta-- y a su madre hace apenas unas semanas. Según la ordenanza municipal, deben transcurrir cinco años para que se pueda abrir una sepultura e instalar en el mismo espacio a otro familiar. «Hasta entonces, según me explicó una trabajadora del Ayuntamiento, se hacía un poco la vista gorda si faltaban pocos meses y así se podía enterrar a los matrimonios juntos, pero con lo de Aitor, ha habido personas que faltando solo un día para cumplir ese lustro no han podido hacerlo», afirmó. De este modo, la familia se ha visto obligada a ocupar un nicho «de segunda mano» y no tendrán más remedio que esperar hasta dentro de cinco años para poder reunir a sus padres.

Aunque el efecto más directo entre los vecinos ha sido el de la incredulidad, que se ha combinado con la burla. No han faltado los memes como el del nicho vacío en el que se ha insertado una imagen del dictador Francisco Franco, con una frase firmada por O. C. ofreciéndolo para trasladar allí sus polémicos restos.