En 1970, José Pascual Ibáñez, más conocido como Pepet, plantó la primera falla de la sección especial de València. Desde entonces y 50 años después, la máxima categoría de las fallas valencianas siempre ha contado con artesanos de Burriana.

Los hermanos Santiago y Pepe Soro, José Ferrer (Regino), Luis Herrero, José Nebot (Pepi), Carlos Molés y ahora Vicente Martínez y Sergio Musoles mantienen este prestigioso récord, ya que, a pesar de su juventud, son veteranos en esta categoría.

El maestro José Pascual, tras cumplir los primeros 25 años consecutivos en esta categoría, construyó dos importantes fallas para la plaza del Ayuntamiento de València. Posteriormente, tras descansar un año, volvió a la sección especial hasta su jubilación. Para los falleros valencianos, Pepet sigue siendo el maestro y manteniendo el prestigio del artista que todas las comisiones de la máxima categoría siempre han querido tener.

Ejemplo en el gremio

En su ciudad, en la que en los últimos años se construyen más de un centenar de monumentos grandes y un número similar de infantiles, se alzó como maestro y base del gremio. Pepet todo lo que aprendía lo daba a conocer a los demás artesanos durante los 60, una década en la que los medios que se utilizaban eran tan escasos que la herramienta para trabajar consistía en solo un martillo, unas tenazas y un par de serruchos. Para conseguir volumen se utilizaba la malla metálica, las figuras se vestían con tela y, para los colores, se tenían que mezclar los pigmentos con aceite de linaza, aguarrás y secante. Cada profesional desarrollaba el proceso en secreto, que se mantenía hasta la misma noche de la plantà.

Pepet realizó la primera falla en Burriana para el barrio Onda en 1961 y consigue el segundo premio con un presupuesto muy inferior al resto de comisiones, que realmente competían por un buen reconocimiento.

El segundo año ya sumó su primer galardón para el mismo barrio. En esos tiempos, los artesanos falleros trabajaban dos o tres meses para realizar las fallas, dado que compartían la actividad artística con otro oficio, ya fuera el de carpintero, pintor o escayolista, entre otros.

Entrada a especial

En València entró con buen pie, tras realizar para el barrio de la Conserva la falla que le sirvió de examen. Al ejercicio siguiente ya trabajó para la calle Castelló, con un monumento para la primera sección. En 1970 firmó por la plaza del Pilar, lo que le hizo entrar por fin en especial.

Tal como comenta Pepet, en los meses de verano siempre buscaba unas jornadas para desplazarse a València. «El objetivo era aprender y, con la excusa de llenar algún que otro molde, observaba cómo tenían montado el taller los artesanos de las fallas especiales», dice.