Frente a casos como la tarde taurina fallida del sábado pasado en Nules, donde los dos toros comprados por el Ayuntamiento no pudieron ser exhibidos, la Federació de Bous al Carrer de la Comunitat Valenciana no tiene dudas: aconseja a las comisiones un seguimiento de los animales.

Así lo manifestó ayer el presidente de esta entidad, Vicente Nogueroles, quien reconoció que los organizadores suelen "pinchar" en este tema": "Compramos el toro y después ya no volvemos a verlo, a veces ni siquiera a la hora de cargarlos", momento en el que podría detectarse si los animales tienen algún problema físico que pueda impedir el normal desarrollo de los festejos.

Contra los timos

En cuanto a circunstancias, en principio excepcionales, como las que se produjeron en Nules el último sábado y semanas antes en la Vilavella --en total tres toros de Manuel Caro Andrade que no pudieron ser lidiados--, Nogueroles dice que "es extraño" y sugiere "investigar las causas y denunciar".

Para facilitar estas gestiones, la federación creó una plataforma específica a la que se está dando "escaso uso", aunque existe constancia de que sí que se producen estafas que "perjudican a la fiesta". Como ejemplo señaló que de los más de 3.000 bous al carrer celebrados en la Comunitat durante esta temporada, "solo se ha presentado una querella".

En cualquier caso, la desconfianza generada por el incidente de Nules de momento está en el ámbito del supuesto, ya que todavía no han trascendido las analíticas de los dos ejemplares de la ganadería sevillana, cara a determinar si sufrían algún problema de salud no comunicado.

Sobre lo sucedido, el Colegio de Veterinarios de Castellón también tiene una teoría. La manifiesta debilidad que evidencian los astados puede tener su explicación en origen "por una deficiente alimentación o insuficientes controles sanitarios", pero también puede responder a otros condicionantes --que podrían sumarse--, que tienen que ver con las condiciones de transporte.

El presidente del colegio, Juan Miguel Gargallo, precisó que para garantizar el bienestar animal, sería necesario que los morlacos viajaran varios días antes de su exhibición, para que pudieran "descansar de forma adecuada en un centro de concentración". De no ser posible, al menos deberían pasar "unas dos o tres horas" antes del festejo para poder reponerse del viaje "e hidratarse bien". En el caso de Nules, sí que hubo un alto en el cebadero, pero nadie estuvo cuando encajonaron a los toros en el hierro.