Amaneció Almassora sin ese cielo cárdeno del que tanto se rehúye en fiestas. Un color que ayer pintaba Madrid a través del pelaje de seis victorinos de gesta. La encerrona de Alejandro Talavante en Las Ventas era foco de atención del mundo del toro en la tarde que la feria de Santa Quitèria, sin pretensión de hacer sombra a las luces del extremeño, empezaba con tres cerriles.

El Manuel Blázquez de La Tribu, Roser y la debutante, El Arte, se quedó en la finca viendo el Plus y fue otro ejemplar de Toros de Casa Domecq el que tuvo el cometido, y también el honor, de abrir el serial a las 18.00 horas. Borja Gimeno, de lila y sin oro, templó de salida al de procedencia Marqués de Domecq, que se fue por las calles y no consintió volver a corrales hasta una hora y 20 minutos después. “Eso es porque echaba de menos a César Palacios”, aseguraban los corrillos.

Pelón y Murallón, los segundos de las tardes taurinas, se coordinaron para salir al ruedo. Si al Peñajara lo recibían las camisetas fucsia y albero de la ACT Aficionades Taurines en la plaza Mayor, al Victorino lo pasaportaba Talavante con el capote sobre el ruedo venteño. Allí, la responsabilidad ganadera recaía en el mal llamado Paleto de Galapagar que de paleto tiene poco; mientras en Almassora el compromiso era adquirido por José Luis, de la finca El Brau. Su pupilo tuvo movilidad, con arrancadas en La Picaora y la calle Mayor, dónde recibió aplausos el quiebro de El Pincho.

Pasadas las 20.00 horas, la reina, Laura Alguacil, y sus damas hacían el paseíllo hacia La Picaora para la salida del tercero, de El Pardal, El Rollet, La Fuga, La Travessa y l’Emboscà. El de Salvador Domecq se lució sobre la arena tras la apertura del cajón y paseó palmito por el recinto. Almassora cerraba así su tarde taurina. H