La apariencia de las instalaciones del puerto de Peñíscola dista de ser la mejor postal posible para los visitantes que se acercan en temporada alta. Una vez más, la falta de mantenimiento en la balsa de agua dulce, situada entre la explanada de la lonja y la muralla del casco histórico, presenta una evidente abundancia de musgo, cañas y desperdicios flotando.

El mantenimiento de la zona es competencia de la Generalitat y tanto en la anterior etapa, presidida por el Partido Popular, como en los tres años de mandado del Pacte del Botànic, los vecinos comprueban que las operaciones de limpieza llegan con menor asiduidad de lo esperado.

Esta lámina de agua, creada en 1995 con motivo de unas obras de remodelación del puerto, supone una de las primeras impresiones que se llevan los turistasdel municipio, especialmente lo que acuden a través de excursiones en autobús y que aparcan justo a las puertas del recinto. En años anteriores se realizaron operaciones de puesta a punto, previas al verano, pero con el mes de julio ya iniciado el aspecto no ha experimentado mejora alguna.

Desde el Ayuntamiento anunciaron hace un tiempo la voluntad de llegar a un acuerdo de colaboración con Puertos, con la finalidad de que el consistorio se hiciera cargo de estas acciones. El edil de Servicios, Alfonso López, indicó ayer a Mediterráneo que la propuesta «sigue sobre la mesa, pero todavía no hemos obtenido ninguna contestación y, aunque quisiéramos intervenir, no tenemos la potestad para ello».

APARCAMIENTO // En cambio, la Administración autonómica sí realizó en los últimas semanas una adecuación del espacio destinado al aparcamiento de vehículos, con el repintado de las plazas, la colocación de maceteros para señalizar las áreas de paso peatonal y la construcción de rampas para el acceso de personas con movilidad reducida. De hecho, en un punto todavía existe un acúmulo de material de obra. En este aspecto, las autoridades locales reclaman que la superficie destinada al estacionamiento de vehículos sea mayor a la actual, como alivio a la escasez de sitio a los pies de la ciudad antigua y que ahora permanece vacía.

Otras de las medidas desarrolladas en el puerto de Peñíscola fue el dragado de la bocana, que había sido largamente reclamada por el sector pesquero. La inversión, financiada por la Conselleria de Obras Públicas, fue superior a los 300.000 euros.