La exigencia de construir una pantalla acústica que proteja al barrio Carmaday de la Vall d’Uixó del ruido que provoca la circulación del tráfico por la autovía A-7 es tan antigua como este vial y ayer la alcaldesa, Tania Baños, volvió a plantear esta inversión como una de las reivindicaciones principales que pretende defender esta legislatura ante el recién constituido Gobierno de Pedro Sánchez.

En su comparecencia pública, Baños recordó que hace años se alcanzó el compromiso con el Ministerio de Fomento de desvincular esta infraestructura de protección de la ampliación de la autovía, una inversión que había condicionado en su día el Estado en este sentido. El acuerdo pretendía agilizar la instalación de las pantallas pero, desde entonces, nada más se ha sabido.

La munícipe reconoció que la liberalización de la AP-7 supondrá una reducción del tráfico por la autovía pero, a su parecer, esta posibilidad no es eximente para afrontar un compromiso que sigue siendo necesario.

Otro proyecto dormido, para desesperación de los agricultores de la localidad, es la puesta en marcha de la balsa del Belcaire. Las peticiones por parte de este colectivo y del Ayuntamiento han sido constantes desde que se concluyeron las obras y a la espera de que finalicen las pruebas de carga --razón esgrimida por la Administración competente para no permitir el uso del agua allí almacenada--, Baños pide que se agilicen estos trámites.

Y una batalla que libra este municipio, y otros tantos de la provincia, tiene que ver con la limpieza del cauce del este mismo río, competencia de la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ). El equipo de gobierno considera que «las condiciones en las que se encuentra no son adecuadas». El municipio asume los riesgos de posibles desbordamientos por acumulación de restos de todo tipo, pero si el consistorio decide limpia el río se arriesga a ser denunciado por la propia CHJ.