Esta vez los pronósticos meteorológicos acertaron de pleno, pero la lluvia no consiguió robar ayer el protagonismo a Sant Gregori, en el día en que Benicarló celebraba su festividad con la tradicional romería y una jornada de hermanamiento en su honor.

Las inclemencias no aguaron la fiesta y, burlando el intermitente aguacero, miles de participantes recorrieron los algo más de dos kilómetros que separan la iglesia de San Bartolomé, el punto de partida, de la ermita dedicada al santo. Si bien la asistencia fue menos numerosa que en otras ocasiones, debido a la mala meteorología, de nuevo una riada humana, simulando una serpiente multicolor plagada de paraguas, volvió a transitar el camino con la esperanza de recibir las bendiciones y protección del santo que liberó a la ciudad de mortíferas plagas en el pasado. La Asociación Amics de Sant Gregori protegió la venerada imagen y durante todo el trayecto lució un original chubasquero.

Una vez en el ermitirio, la capilla se quedó pequeña a la hora de acoger a los fieles que asistieron a la misa, pues la lluvia impidió que se celebrase al aire libre, en terrenos aledaños, como es habitual. Aun así, no faltaron a la cita los numerosos puestos de venta ambulante y de entidades sociales. Además, los eventuales cocineros, entre los que se encontraba la alcaldesa, Xaro Miralles, elaboraron 15 paellas, que se repartieron al precio de un euro la ración entre los asistentes. H