A escasas horas para que las fallas de Benicarló sean pasto de las llamas y con la cremà se den por terminadas las fiestas josefinas, vecinos y visitantes queman los últimos cartuchos y apuran el poco tiempo que resta de celebraciones. En las calles y en los casales aún puede constatarse el bullicio y la alegría que conllevan estas jornadas. Los casales, puntos de reunión, se han transformado en eventuales mesones donde poder degustar desde bocadillos y tapas hasta sabrosas y contundentes elaboraciones culinarias, que conforman una variada muestra de cocina típica.

Tal es la relevancia que tiene la gastronomía en las Fallas que la Penya L’Embolic decidió crear un premio para reconocer el trabajo que las distintas agrupaciones realizan en los fogones. Este año, la ganadora del preciado galardón ha sido l’Embut, que revalida su liderazgo con el banderín que acredita que es el colectivo con la mejor gastronomía fallera al resultar la vencedora en las dos ediciones del concurso.

DE VUELTA // En la calle también se vive intensamente el ambiente y, en las últimas horas, se repite la ya tradicional volta, la forma más animada de visitar los monumentos y que consiste en que cada agrupación, acompañada de una charanga, visita a sus comisiones hermanas. Ayer fue el turno de la Junta Local que, con las falleras mayores, Clara Esteller y Claudia Verge, junto con sus respectivas cortes de honor, dedicó la agradable tarde a completar la vuelta y tuvieron ocasión de contemplar las distintas obras.

Esta no es la única opción para ver las creaciones, también puede hacerse sobre ruedas, en el tren turístico; o uniéndose a las visitas guiadas que propone la Concejalía de Turismo, en colaboración con la JLF y agencias de viajes, que han coordinado una nueva iniciativa promocional.