Burriana fue ayer, de nuevo, fiel a la tradición. Y es que 700 personas se dieron cita, en la matinal del domingo, para participar en la XIX Volta a les ermites. Se trata de una marcha no competitiva organizada por la falla Don Bosco y en la que se conjuga una práctica saludable con el buen ambiente que siempre reina y el conocer el término municipal y los numerosos ermitorios que salpican sus diferentes rincones.

En total, 25 kilómetros con inicio y final en la propia sede de la entidad responsable. Además, a lo largo del recorrido hay trayectos por asfalto, pero también por caminos de tierra e incluso se atraviesa un paraje natural municipal muy querido, como es el del Clot de la Mare de Déu.

CHOCOLATADA //

La caminata partió a las 8.30 horas, justo después de que los participantes disfrutaran de un desayuno a base de chocolate caliente y fartons. Tras el cohete inicial, la primera parada de cinco minutos fue en la ermita del patrón, Sant Blai, aún dentro del casco urbano.

La siguiente se produjo en el ermitorio de Santa Bárbara, ya rodeado de naranjos. En el exterior del templo religioso llegó el turno de dar cuenta del almuerzo donado por la organización. En el interior, se pudo gozar de las obras de arte que está pintando en la actualidad Pere Ribera, quien explicó a los que así lo quisieron los trabajos desarrollados, los actuales y los futuros hasta completar el majestuoso altar.

Y, a partir de ahí, un café en las proximidades de Sant Gregori y, después, la Mare de Déu de la Misericòrdia, Ecce Homo y la Sagrada Família. Entorno a las 13.30 horas y con una temperatura más que agradable, la comitiva oficial regresó al punto de salida.

Un buen momento para compartir las experiencias vividas durante las 19 ediciones de esta actividad que cada ejercicio reúne a burrianenses pertenecientes a diferentes generaciones que, por motivos religiosos o puramente de ocio, se suman al evento.