Burriana mostró ayer el fervor que siente por la Virgen de los Desamparados. Lo hizo en la jornada grande de los actos festivos preparados por la parroquia local en honor a su patrona.

Las actividades arrancaron con la misa vespertina de las 18.00 horas que se celebró, como ya es costumbre, en la vía pública. Y para hacerlo posible, se instaló un altar frente a la iglesia y numerosos feligreses siguieron la eucaristía. Cabe destacar que el barrio se volcó en esta celebración a la que le siguió una participativa procesión que recorrió las calles del barrio y que se prolongó hasta bien entrada la noche.

A lo largo del recorrido, la Geperudeta recibió una auténtica lluvia de pétalos de flores que caían desde ventanas y balcones a su paso. Especial y emotiva fue la visita al convento de las Monjas Dominicas, una orden de clausura muy querida en el barrio. Al llegar allí, la imagen de la Virgen de los Desamparados entró unos metros en el convento, al tiempo que varias religiosas le tiraron también una gran cantidad de pétalos y, posteriormente, retrocedió sobre sus pasos para reincorporarse a la procesión y proseguir con el recorrido marcado.

No faltó, por supuesto, la participación en los actos religiosos de ayer por la tarde de las reinas falleras de Burriana 2018, Judit Pesudo y Ana Giménez, y de una buena representación de las comisiones falleras de la localidad.

ALTAR DE LA IGLESIA

Los actos festivos de ayer culminaron con la ofrenda floral en el altar instalado frente de la iglesia, una vez que la imagen de la Virgen regresó a su privilegiada posición tras la multitudinaria procesión. Y, después de las últimas flores, sonó el Himno de la Coronación de la Virgen y el Himno Regional. A las notas musicales le siguieron los fuegos artificiales, que iluminaron el cielo de la ciudad, y la devolución de la imagen a su parroquia. Sin duda, Burriana vivió un intenso fin de semana repleto de actos cargados de emotividad.

Cabe recordar que el sábado la Virgen de los Desamparados visitó a aquellos vecinos del municipio que, por enfermedad o por estar impedidos por distintas circunstancias no pueden salir de sus viviendas. Todos ellos la esperaron con ilusión para tocar su manto y recibir su bendición.