La primera jornada de bou per la vila de las fiestas patronales de la Mare de Déu de Gràcia se cerró ayer con una de cal y otra de arena. Y es que, los toros de la ganadería de Celestino Cuadri dejaron un sabor agriculce entre los cientos de aficionados que acudieron hasta el recinto de la vila.

El primero de los astados resultó ser más reservón y dio un juego muy limitado a los rodaors que intentaron sonsacarle su bravura.

Y el segundo de los ejemplares sí que respondió con mayor ímpetu a los quites de los aficionados, aunque finalmente se lesionó y acabó tumbado sobre el asfalto del Raval del Carme. Una situación que obligó a la Comissió del Bou a acercar el toril hasta el lugar para recogerlo y devolverlo a los corrales.

El presidente de la Comissió, Pascual Safont, desmintió a este rotativo que el toro muriera en la calle, en respuesta a esa afirmación que circulaba ya por la tarde por las redes sociales. “El toro estaba vivo y se sacrificará en el matadero, como corresponde, aseveró”. Por la noche se embolaron dos astados del hierro local El Mijares. H