Los padres Carmelitas Descalzos cerraron ayer una etapa de 123 años de presencia continuada en Burriana. Por la tarde, y tras la habitual misa de niños de los domingos, el padre Alfredo Sáiz cerró las puertas del convento para dirigirse a la que será su casa a partir de ahora, en València. Antes, poco a poco a lo largo de las últimas semanas, ya se habían ido marchando los otros cuatro religiosos que residían en el convento. Benicàssim, el Desierto de las Palmas, Zaragoza y EEUU fueron sus respectivos destinos. Solo restaba el padre Sáiz, quien vino recibiendo durante la última semana los agradecimientos y homenajes de la Cofradía de Sant Blai --que incluso ofició una misa de acción de gracias-- de hermandades de la localidad y de profesores y alumnos del colegio que creó la orden a su llegada a la localidad.

Dejan atrás más de un siglo de presencia continuada en Burriana, pero «la intención es que los fines de semana se atienda el culto», aseguró el padre Sáiz. La falta de vocaciones y la edad que van sumando los padres ha obligado a la concentración y a verse obligados a cerrar, muy a su pesar, el convento de Burriana.