Corría el año 1412 cuando el dominico valenciano Vicente Ferrer pasó por Catí en su viaje para participar en el Compromiso de Caspe. En 1618 finalizaron las obras de una ermita en su honor en lo alto de la sierra de su mismo nombre. Desde entonces los fieles catinenses subían cada 5 de abril en romería para celebrar la fiesta del santo. En 1936, por la guerra civil, dejó de realizarse la romería y, abandonada para el culto, llegó a servir de redil para una masía cercana.

A principios de año, Vicenta barreda y Vicentica Roca plantearon al alcalde, Pablo Roig, la posibilidad de encargar una imagen de San Vicente Ferrer que se costearía entre todas los vecinos o relacionadas con este que se llamaran Vicente o Vicenta para dejarla de forma permanente en la ermita. Tras valorar el estado del edificio con Cultura se decidió recuperar la romería cada segundo sábado de pascua.

Ayer se congregaron cientos de catinenses en el templo de la Asunción para participar en un acontecimiento histórico, subir la imagen del santo a hombros en una peana, dejarlo allí de forma permanente y recuperar el culto en esta ermita del municipio tras ocho décadas abandonada. H